Por: Javier Vergara
Sobre la gran extensa montaña
a la orilla, surcaban las grandes olas.
Y más allá, donde el mar es muy calmado,
donde se crean sus espejos… algo singular pasaba;
Ese reflejo no coincidía con mi imagen
Y quedé gélido como
la roca al mirar otra cara
Otro cuerpo, otra alma.
Pasaron días y noches enteras
con esperanza de juzgar mi propio yo.
La luz del sol proyectaba a esos seres desconocidos
Y grité al cielo: ¡Ya basta! ¡Detente!
¡Mi reflejo se ha ido! ¡Mi pathos se ha consumado!
Yo deseaba iluminación inmediata
Valles de lágrimas anticiparon a mi rostro
Y cuando más creía haber sido apagado;
Como la tierra aparta la luz por un instante
Por sus preciosos eclipses lunares;
Aquél reflejo brilló con imágenes de una multitud diciendo:
¡Yo soy tú!
Y una gloria se postró en mi ser
La respuesta estaba comprendida,
Mi mundo era sólo una
parte de otros;
Y me lancé hacia al fondo del mar,
Para reunirme con ellos
Ahogándome en la eternidad.
Guau, que bella poesía!
ResponderBorrarMuchas gracias, un placer. Saludos
BorrarUn auténtico gusto encontrar tanto talento y tan bellos decires. Felicidades Javier Vergara!
ResponderBorrarSe explota lo mejor que se puede de la mente. Gracias.
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