viernes, 19 de abril de 2019

Poesía: Compañía eterna

Por: José Avendaño

El sueño de Dante, (1871) Dante Gabriel Rossetti

I 

Hoy cayó una flor 
y la senecta brisa se llevó sus pétalos 
Ingrávido, azaroso y repentino  
cada árbol pierde sus hojas 
renuevos son para futuras semillas.

Qué injusto 
Qué certero es el golpe 
que acusa cada partida en nuestra mente 
qué lastimoso es 
Cada fruto cae a su tiempo 
y la luna gira en paseo 
de eterno ir y venir. 


II 

Sosegada ladrona, enemiga furtiva 
yace en la espera 
con su guadaña afilada 
cría cuervos 
y los hecha al vuelo. 

Está hecha de flores secas  
de olivos, de almendros roídos 
En la penumbra es martillo 
que va clavando olvidos 
es pala que trabaja 
cava, remueve y no se esconde. 


III 

Es sentencia 
axioma 
colorario desde el nacimiento 
es cercana, tan cercana que parece amiga. 

En la soledad está 
nos acompaña 
nos musita  
su voz es calma, revelación  
desahogo, fin 
Sólo ella es eterna 
 Su abrazo es repentino 
y después, inacabable.



*****



Sobre el autor:

José de Jesús López Avendaño nace el 18 de abril de 1994 en la ciudad de Salina Cruz, Oaxaca. Es pasante de la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericanas por la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH). 
Ha sido ganador del 2° concurso de cuento No oyes contar un cuento organizado por la UNACH. Finalista en el II concurso Regional de Literatura: ApassionataHa publicado en diversas revistas literarias.  
Asistió al taller intensivo del cuento del escritor Eduardo Antonio Parra. Fue becario para asistir al taller de literatura realizado en el marco del Festival Interfaz Signos en movimiento.
Cursó un diplomado en Creación literaria por parte del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

lunes, 15 de abril de 2019

Entremeses Culturales IV: Londres 1938, Freud y Dalí: el encuentro.

Por:  Helena Zirót





Un 19 de julio de 1938, en Elsworthy Road, Londres, Salvador Dalí tuvo un encuentro único con Sigmund Freud, quien tres días antes había concluido el último capítulo de su ensayo antropológico-social Moisés y el Monoteísmo

Según nos narra Dalí en sus Memorias (1952/1964), fue el escritor Stefan Zweig quien posibilitó el encuentro con el psicoanalista vienés. Durante el mismo, el pintor se esforzó enormemente por impresionarlo, hablándole con pasión sobre sus propios escritos e invitándolo a leerlos. Por su parte, Freud, sin pronunciar palabra ni inmutarse en lo absoluto por tanta verborrea, lo observó atentamente todo el tiempo que duró la entrevista, escudriñándolo fijamente bajo la férrea mirada de su lupa analítica. Finalmente, mientras transcurría el despido, pronunció una sola frase que quedaría grabada por siempre en la mente del artista catalán: ¡Nunca había conocido a tan perfecto prototipo de español... Vaya fanático!. Y en cuanto a Dalí, la experiencia tuvo como producto un dibujo hecho al carbón que pretendía hacerle llegar a través de Zweig: El retrato de Freud, en el cual su cabeza evoca la forma de un caracol de Borgoña.

Casi dieciocho años después (11 de mayo de 1956, según fecha indicada en su diario íntimo), Dalí se sintió muy ansioso por saber cuál había sido la reacción de Freud y su opinión sobre el dibujo, por lo que vía epistolar insistió mucho a Zweig para que le transmitiera (si es que había existido) algún comentario al respecto. La respuesta nunca llegó. Sin embargo, cuatro meses después, por fin pudo encontrarse con él en Nueva York, y tras ser tercamemente cuestionado sobre el tema apenas dijo un esquivo le gustó mucho. Sin abundar en mayores detalles, desvió la conversación y pasó a otro tema para perplejidad del surrealista, que acaso esperaba otra cosa.

Luego del suicidio de Stephan Zweig en Brasil y leer el final de su obra póstuma El mundo del mañana, el pintor pudo comprender lo que en realidad había ocurrido con el retrato. Esto es que Zweig nunca se atrevió a mostrerlo al inventor del psicoanálisis por temor a sobresaltarlo, ya  que de alguna manera presagiaba su inminente muerte. Y así fue, pues un año después del mítico encuentro (el 23 de septiembre de 1939, para ser más exactos) fallecería en su casa de Londres víctima de un cáncer muy avanzado asistido por su médico de cabecera Max Schur, quien finalmente cumplía una promesa contraída tiempo atrás. Por otra parte, Stefan Zweig y Ernst Jones serían los únicos oradores durante los funerales, lo cual atestiguaría la entrañable amistad entre Freud y el escritor haciendo aún mas entendible el porqué del ocultamiento del dibujo de Dalí.

Parece ser —diría posteriormente el pintor en su diario intimo—, que sin darme cuenta dibujé la muerte terrestre de Freud en ese retrato al carbón que hice un año antes de que muriera.

Como dato curioso, finalmente diremos que, tal vez a manera de tributo involuntario, el pintor catalán realizaría a través de su vida otros dibujos más con la imagen de Sigmund Freud. No obstante, jamás volvió a esbozarle la cabeza con ese aire acaracolado que tuvo la representación primaria.



miércoles, 10 de abril de 2019

Literatura: Recuerdo difuso (relato)

Por: Víctor Hernández

La ronda de los presos - Vincent Van Gogh

Vamos a repasar cada momento, a analizar cada detalle y meditarlo como es debido; recuerda que eso es muy importante... ¡Carajo! ¿Cómo pude olvidarlo? Tú debías mantenerme al tanto ¿No recuerdas que estabas frente a la reja? Cuidabas que no viniera nadie, cuidabas que nadie nos encontrara a mí y a nuestro camarada haciendo lo que hacíamos. Además se suponía que vigilabas que no nos saliéramos de control ¿Ahora te das cuenta de lo importante que es la memoria?...


Veamos: ¿Sí recuerdas que Heriberto se encontraba en frente mío? Muy bien, vamos bien, yo también recuerdo eso. ¿También recuerdas cuando te pregunté si había alguien cerca? Excelente, ¡excelente, camarada! Vamos muy bien. Ahora bien, ¿recuerdas a esa anciana que se nos quedó viendo? Esa que pasó frente a la reja unos minutos después de que vinieras con Heriberto y conmigo. Heriberto enloqueció de repente al verla y nosotros lo calmábamos con palabras tranquilizadoras, ¿lo recuerdas? ¡Claro que lo recuerdas! tú aún no estabas tan mal, Heriberto sí que lo estaba. Ahora, lo último que recuerdo es cómo Heriberto enloquecía más y más, y sabíamos que había algo en aquella anciana, algo que alborotó tanto a Heriberto, hasta el punto de lograr soltarse de nosotros y correr tras ella, sin que nosotros pudiéramos hacer algo. ¿También recuerdas eso? Perfecto. La anciana ya había pasado, pero unos segundos después de que Heriberto saliera por aquella reja tras la anciana, vimos cómo volvía con ella, la había tomado de las greñas y la traía a rastras hasta nosotros. ¿Lo recuerdas? Qué bien, porque eso es lo último que recuerdo y me temo que no soy capaz de explicar qué sucedió, estaba muy mal ya en ese momento y dudo que Heriberto en su estado pueda decirnos algo, además de que él también estaba muy mal, peor que nosotros. ¿Ya te refresqué la memoria? Genial. ¡Excelente, camarada! ¿Ahora lo recuerdas todo? ¿No? Bueno, lo poco que recuerdes servirá, quizá con lo que tú me digas logremos sacar algo de mi cabeza confundida, y con lo que yo logre sacar tú logres sacar algo también de la tuya, e iremos uniendo los puntos con cada cosa que digamos, todo sacado de nuestras cabezas. Bien, dime.


Claro, claro, ya recuerdo eso, cuando traía a la anciana de las greñas nosotros nos asustamos. ¿No? muy bien, ¿en serio fui yo quien golpeó a Heriberto primero? ¿No tratarás de echarme la culpa a mí? Ya, perdona, es que no soy capaz de recordarlo con claridad, tú sabes, estaba muy drogado. Bueno, ¿y qué pasó con la anciana? ¿Era la abuela de Heriberto? Ya veo, entonces él temía que fuera a ver a su madre o a su padre y le contara sobre lo de la hierba y con quién estaba fumándola. No pensé que Heriberto se pusiera así con su abuela, en serio que estaba muy mal ¿Qué más recuerdas?... Mierda, ¿un infarto? ¡Con un demonio!, por eso enloquecimos tanto. Un momento, estoy confundido, ¿Golpeé a Heriberto después o antes del infarto de su abuela? Después, entonces el que lo golpeara fue más un reproche porque hubiera provocado su muerte. Mira, para evitar estas confusiones trata de contarme en orden cronológico, ya que aún tengo un poco del efecto de esa mierda y de por sí ya es difícil ponerte atención. Dime qué más recuerdas, antes de que lo olvides. Ah, entonces ambos nos abalanzamos sobre Heriberto. ¡Mierda!, ¿de dónde sacaste esa hierba? Hizo que tuviéramos un terrible viaje. Mira, camarada, hay que dejarla. Bien,  bien, sigue con lo que decías. Estabas con que empezamos a darle una paliza a Heriberto entre los dos, eso explica su aspecto y por qué descansa en mi sillón. Pero, ¿qué pasó con la abuela? Digo, si hubiéramos llamado a un ambulancia o algo nosotros estaríamos en la comisaría, bajo custodia o qué sé yo. Dime, ¿qué hicimos con la anciana? Bien, mira, no pretendo ser cruel pero no hay que decir nada al respecto. Igual a la anciana ya le faltaba poco. Y si decimos algo puede que Heriberto se culpe toda la vida, pero es un buen muchacho, no merece culparse, y dudo que recuerde algo de lo sucedido. Gracias a lo que me dijiste ya he recordado casi todo lo sucedido, aunque hay un par de cosas que aún traigo cosquilleando en mi memoria y pidiendo salir. Sólo que no soy capaz de sacarlo ¿Ya no recuerdas nada más que pueda ser relevante? ¿Algo que pueda incriminarnos? ¿Estás seguro? Muy bien, entonces vayamos a cenar algo, sabes que drogarse da hambre. A Heriberto déjalo dormir, debe aprovechar que no sufre por el sueño que le sirve de anestesia, al menos en el sentido físico, porque de que debe estar tendiendo pesadillas no hay duda; cuando despierte va sentir haberse puesto tan mal.


¿También te pareció extraño que camino al café esos policías estuvieran hablando con la abuela de Heriberto? ¿No habías dicho que...? ¡Camarada, ya lo tengo! ¡Ya sé qué fue lo que andaba rondando por mi mente...! ¡Hey, no, no se lleven a mi camarada! ¡Él no hizo nada malo, fue Heriberto, él fue quien tomó a la vieja por las greñas! Si quieren vayan a buscarlo, está en mi casa, aquí frente a la tienda de Don Matías ¡Mi camarada nunca ha hecho nada malo! ¿A mí también me van a llevar? ¡Carajo!




viernes, 5 de abril de 2019

Poesía: Lo que todos merecemos

Por: José López Avendaño
El Jardín de las delicias, autor: El Bosco.


Inmerecida es la vida que se nos da,
dádiva inesperada,  
ruido constante
Inmerecido es el lenguaje,
comunicar,
decir nombres, palabras, frases.
 
Más inmerecido es el amor,
cuya espada lacera,
oprime nuestros sentidos,
nos hace bestias
Y cómo amamos su filo,
su constante, repentino corte
Su desgarrar de entrañas.
 
Deseamos que venga a azotarnos,
a sacarnos las vísceras,
para hacerlas de ellas mariposas
que vuelen en nuestro interior.
 
Queremos su presencia,
su despiadada, impúdica violencia
su fuerza, su vigor
para hacernos Sísifos en vida,
aunque creamos ser salvos por su mano.
 
Es el anhelado
lastrero verdugo que,
en mitad de la noche,
todos llamamos.



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Sobre el autor:

José de Jesús López Avendaño nace el 18 de abril de 1994 en la ciudad de Salina Cruz, Oaxaca. Es pasante de la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericanas por la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH). 
Ha sido ganador del 2° concurso de cuento No oyes contar un cuento organizado por la UNACH. Finalista en el II concurso Regional de Literatura: ApassionataHa publicado en diversas revistas literarias.  
Asistió al taller intensivo del cuento del escritor Eduardo Antonio Parra. Fue becario para asistir al taller de literatura realizado en el marco del Festival Interfaz Signos en movimiento.
Cursó un diplomado en Creación literaria por parte del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).