lunes, 15 de abril de 2019

Entremeses Culturales IV: Londres 1938, Freud y Dalí: el encuentro.

Por:  Helena Zirót





Un 19 de julio de 1938, en Elsworthy Road, Londres, Salvador Dalí tuvo un encuentro único con Sigmund Freud, quien tres días antes había concluido el último capítulo de su ensayo antropológico-social Moisés y el Monoteísmo

Según nos narra Dalí en sus Memorias (1952/1964), fue el escritor Stefan Zweig quien posibilitó el encuentro con el psicoanalista vienés. Durante el mismo, el pintor se esforzó enormemente por impresionarlo, hablándole con pasión sobre sus propios escritos e invitándolo a leerlos. Por su parte, Freud, sin pronunciar palabra ni inmutarse en lo absoluto por tanta verborrea, lo observó atentamente todo el tiempo que duró la entrevista, escudriñándolo fijamente bajo la férrea mirada de su lupa analítica. Finalmente, mientras transcurría el despido, pronunció una sola frase que quedaría grabada por siempre en la mente del artista catalán: ¡Nunca había conocido a tan perfecto prototipo de español... Vaya fanático!. Y en cuanto a Dalí, la experiencia tuvo como producto un dibujo hecho al carbón que pretendía hacerle llegar a través de Zweig: El retrato de Freud, en el cual su cabeza evoca la forma de un caracol de Borgoña.

Casi dieciocho años después (11 de mayo de 1956, según fecha indicada en su diario íntimo), Dalí se sintió muy ansioso por saber cuál había sido la reacción de Freud y su opinión sobre el dibujo, por lo que vía epistolar insistió mucho a Zweig para que le transmitiera (si es que había existido) algún comentario al respecto. La respuesta nunca llegó. Sin embargo, cuatro meses después, por fin pudo encontrarse con él en Nueva York, y tras ser tercamemente cuestionado sobre el tema apenas dijo un esquivo le gustó mucho. Sin abundar en mayores detalles, desvió la conversación y pasó a otro tema para perplejidad del surrealista, que acaso esperaba otra cosa.

Luego del suicidio de Stephan Zweig en Brasil y leer el final de su obra póstuma El mundo del mañana, el pintor pudo comprender lo que en realidad había ocurrido con el retrato. Esto es que Zweig nunca se atrevió a mostrerlo al inventor del psicoanálisis por temor a sobresaltarlo, ya  que de alguna manera presagiaba su inminente muerte. Y así fue, pues un año después del mítico encuentro (el 23 de septiembre de 1939, para ser más exactos) fallecería en su casa de Londres víctima de un cáncer muy avanzado asistido por su médico de cabecera Max Schur, quien finalmente cumplía una promesa contraída tiempo atrás. Por otra parte, Stefan Zweig y Ernst Jones serían los únicos oradores durante los funerales, lo cual atestiguaría la entrañable amistad entre Freud y el escritor haciendo aún mas entendible el porqué del ocultamiento del dibujo de Dalí.

Parece ser —diría posteriormente el pintor en su diario intimo—, que sin darme cuenta dibujé la muerte terrestre de Freud en ese retrato al carbón que hice un año antes de que muriera.

Como dato curioso, finalmente diremos que, tal vez a manera de tributo involuntario, el pintor catalán realizaría a través de su vida otros dibujos más con la imagen de Sigmund Freud. No obstante, jamás volvió a esbozarle la cabeza con ese aire acaracolado que tuvo la representación primaria.



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