miércoles, 26 de junio de 2019

Ángel caído

Por: José Avendaño


"La caída de Lucifer" Gustave Doré (1866)


 

Dejas atrás el páramo
aquel desierto hecho de migajas, de insectos rapaces;
lo dejas, y al hacerlo, quieres remontar el vuelo.
Ave sin jaula
acaso tu condena ha sido pagada
acaso algún benefactor ha aligerado tu carga.

Sin alma, vuelves como Ícaro sin alas
mutilado, quemado, zaherido

vuelves, y traes la espalda lacerada
y el costado herido.

Vuelves despotricado
ángel caído
pájaro de paraíso perdido.

Regresas hecho otro,
sin tu mascarada ostentosa
ni el ínclito trono;
regresas expiado
con tus pecados al aire
Lucero de la mañana. 

Eres el engañador
el falso anunciador 
el que trae quejumbrosa pelambrera. 



II 


Y cómo deshacer tu ignominia
-te preguntas-
andas con la mirada en fuego
con los pies a rastras
y la mano hollada con la palabra venganza.

Y cómo hacer, te preguntas
y cómo hacer
para volver luz el espacio oscuro
iluminar lo inabarcable 
si entre risa y llanto se cierran tus párpados. 

Eres el que desafió la autoridad
el que se dijo así mismo: "soy el primero" 
Más la zarza llameante
otra vez la voz de tu consciencia
vino a imponer su condición.

Hace falta la eternidad
más toda de sangre y fuegO
para calmar tu ira.
Hace falta hacer del sol
un ramillete de jirones.

Y para qué tanta venganza
y para qué
si nada de lo que hagas
hará calmar la sed que te devora,
ni hará que te devuelva tus horas y tus días.

Por eso el silencio es tu último hogar. 
El único.



*****



Sobre el autor:

José de Jesús López Avendaño nace el 18 de abril de 1994 en la ciudad de Salina Cruz, Oaxaca. Es pasante de la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericanas por la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH). 
Ha sido ganador del 2° concurso de cuento No oyes contar un cuento organizado por la UNACH. Obtuvo una mención honorífica en el II concurso Regional de Literatura: ApassionataHa publicado en diversas revistas literarias, entre las que destacan Ícaro, Retrúecano, MonolitoClaroscuroLetra Suelta
Sus textos han sido antologados en Memoria en blanco en 2018 y Apassionata: literatura motelera contemporánea en 2019.
Asistió al taller intensivo del cuento del escritor Eduardo Antonio Parra. Fue becario para asistir al taller de literatura realizado en el marco del Festival Interfaz Signos en movimiento.
Asistió a las actividades académicas de los Coloquios Cervantinos Internacionales  XXV y XXVI . Fue participante en el festival cultural La hojarasca en sus ediciones II y IV.  
Cursó un diplomado en Creación literaria por parte del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).






lunes, 17 de junio de 2019

Poesía: Ser, estar

Por: Helena Zirot


Atardecer en la avenida Karl Johan (1892) - Edvard Munch


Las nueve de la noche en la avenida... 

Soy los autos y sus faros,
pasos que se pierden sobre el piso,
gota que resbala sobre el vidrio,
estrofa muy pequeña
de no más de seis palabras.

Soy la vieja costumbre de una mano, 
el eco y sus murmullos, 
las 4 de la tarde de ese lunes,
poste a media noche, 
los árboles y el ruido,
quién pasa a toda prisa,
quién no toca más esa puerta.

Soy el perro del vecino, 
que ladra a deshoras, 
los grillos y su grillar, 
el brillar de las estrellas,
un par de sonrisas,
en una vieja foto 
y en otra nueva, 

Ése espacio,
donde no aparezco
junto a ti...



lunes, 3 de junio de 2019

Artes Plásticas: Aquella desconocida llamada Remedios Varo

Por:   Arisbeth y Uriel Delac




Cuando se encontraba gozando de una gran fuerza creadora, Remedios Varo muere en octubre de 1963 en brazos de su última pareja sentimental, Walter Gruen, aquejada de un infarto casi fulminante. Así concluyó una carrera artística de las más singulares de nuestra época y que hoy en día tiene reconocimiento mundial.

La familia Varo Uranga
Catalana de nacimiento, vio la luz en un pueblo de esa región llamada Angles, en el año de 1913. Su aprendizaje artístico lo realiza en la Academia de San Fernando y poco después, durante la Guerra Civil Española, conoce al poeta Benjamín Peret quien, junto con André Bretón, fuera el gran animador del movimiento surrealista; corriente artística que marcará la vida y obra de Varo desde los primeros instantes de su carrera y que poco después de la debacle española, en París, profundizará en su conocimiento entrando en contacto con pintores como Max Ernest y Miró. Posteriormente, cuando Francia es invadida por las tropas de Adolfo Hitler, junto con Peret, decide emigrar a México,  lugar en donde se estableció desde 1942 y hasta su muerte.

Walter Gruen en 1952
Su obra es relativamente pequeña en número (un poco más de una centena de cuadros). No obstante, tiene una compensación en su intensidad y significado, difícil de lograr por cualquier otro artista plástico. Así, al contrario de pintores tan prolíficos como Picasso o Chagall, Remedios parecía experimentar un cierto esfuerzo en expresar su mundo ante todo onírico, en donde lo imposible convive sin contradicciones y en completa armonía con el mundo de lo real. Y es que viviendo con Gruen (toda una autoridad dentro de la llamada música académica) no podía ser de otra manera, puesto que sus sueños seguramente estaban imbuidos de walquirias y faunos; sinfonías fantásticas, patéticas y corales; misas, requiems y oratorios que seguramente escuchaba junto con él y del diario en viejos discos de pasta de los gloriosos días de grandes intérpretes como Otto Klemperer y Ferenc Fricsay, Sviatoslav Richter y Emil Gilels, Elizabeth Schwarzkopf y María Stader, por mencionar solo a algunos de los muchos artistas que recomendaba el entonces dueño de la prestigiada (y hoy tristemente extinta) Sala Margolín.

Remedios Varo junto a uno de sus gatos
Otra gran pintora contemporánea suya, aunque de más edad, Leonora Carrington, había logrado ya expresar, con un lenguaje muy peculiar proveniente de un estado espiritual también tocado por los conflictos europeos, un mundo semejante al de la Varo. Sin embargo, la diferencia entre ellas consistió en que Carrington, endurecida y de regreso de un estado de locura del cual hizo un estremecedor relato en su libro En Bas, precisa los aspectos más siniestros y terroríficos del sueño; mientras que Remedios pulsa la tónica lírica, mágica y ensoñadora, proveniente de su afición por la lectura de Pedro de Ouspensky y George Gurdjieff; de Helena Blavatsky y los promulgadores de la Teosofía; de la música plagada de simbolismo de Gustav Mahler, Modesto Músorgski, Claude Debussy y Thomas de Hartmann; y de la pintura mística de Nicholas Roerich. Pero sobre todo, de un Sigmund Freud releído por aquel Carl Jung preocupado por establecer una nueva metodología para la interpretación de los sueños y el estudio de los arquetipos inconscientes, con nociones procedentes de la antropología, la alquimia, el arte, la mitología, la religión y la filosofía.
'Pituso y Zorrillo', Remedios Varo,  1958
De esta manera, el sueño en su obra parece advertirnos que fuera de él solo existe una realidad demasíado pobre como para tomarla en cuenta, por lo que es preferible jamás despertar. Por otra parte, si fuésemos a buscar raíces en su obra, tendríamos que remontarnos al fantástico mundo que la Edad Media conjetura en medio de sus terrores teológicos, pues todo en sus lienzos parece ser producto de un prodigio habitado por alquimistas, castillos, escribanos, aves nocturnas, gatos (Pituso y Zorrillo se hacían presentes en su trabajo) y magos de ferias que conforman un inmenso tinglado de apariciones.


'Amibiasis', Remedios Varo, 1947
No es cosa menor el que en los albores de su obra encontremos a la Remedios hipondriaca (condición que jamás la abandonaría), aprovechada en Venezuela por Bayer para elaborar carteles farmacéuticos comerciales, que impronta significados a sus síntomas y nos muestra que bacterias y virus están presentes en sus ensueños, aunque rodeados de un hálito de inofensivo misterio que hacen mucho más llevadera esa histeria en donde mucho tuvo que ver el pánico que en su juventud le repesentó la posibilidad de epidemias en un planeta ideológica y políticamente enfrentado en un conflicto formal y devastador, como lo fue la II Guerra Mundial. De esta manera, la artista nos reitera que la realidad sobrepasa toda ficción, por lo que resulta más conveniente eternizarse en ese mundo del otro lado del espejo, en donde habita todo lo que es válido en el poético mundo de Ravel y Carl Orff  (con los cantos benedictinos del Carmina Burana incluidos), ya que, como Alicia, también se aventura en mundos fascinantes de combinatorias de seres y colores cargados de una tensión que asimismo nos remite a la obra pictórica de Hieronymus Bosch, que a la de dos de sus equivalentes contemporáneos: Max Ernest y Víctor Brauner.

Remedios Varo junto a Benjamín Peret
El secreto de esta pintora está en que sin duda vibraba más de la cuenta ante la miseria del mundo que la rodeaba. De hecho, su compañero de exilio (y esposo) Benjamían Peret también lo hacía y con resultados que en cierto sentido eran semejantes, pues su poesía fue una gran explosión de la imaginación que nunca otorgó concesiones. Sin embargo, la de la Varo fue más bien una especie de advertencia lírica de que ante el mundo que a André Breton gustaba llamar de la poca realidad sí hay escapatoria, y esta consiste en reafirmar cada día los grandes temas que siempre han movido a la humanidad para permanecer: el amor, la poesía, la libertad y la búsqueda mística.

Es verdad que muchos no logran penetrar en su mundo tan fácilmente. No todo es Matisse o Dufy en nuestro tiempo. Ambos pintores, por ejemplo, no ofrecen mayores dificultades al observador, aunque esto no tenga nada que ver con la calidad intrínseca de sus obras. Remedios Varo, con sus decorados enigmáticos, no puede exaltar en nosotros la misma alegría que nos produce Matisse en su capilla de Saint Paul de Vence. Tampoco puede ofrecernos con sus barcas llenas de personajes alucinados la misma invitación de viajar en ellos, como lo hace Dufy en sus vistas de los embarcaderos del sur de Francia. Pero esto poco importa, ya que la belleza de sus lienzos supera la dificultad para comprenderlas cabalmente. En uno de sus tratados, Spinoza concluye con la siguiente frase: Todo lo hermoso es tan difícil como raro. Difíciles y raras son las obras de Remedios, porque están tratadas con un sentido especial de la plástica y, además, porque alude a un tiempo cargado de sueños y alucinaciones que no nos dejan tranquilos.

Vestuario de Leon Bakst para 'Scheherezade'
Por cierto. Muchos reduccionistas suponen que lo medular en la obra de Remedios deriva del cuarto camino planteado por Gurdjieff. Por supuesto que sostener semejante hipótesis es prácticamente absurdo, pues al hacerlo se olvida (o a la mejor se ignora) la influecia que los Kindertotenlieder mahlerianos, el Waldtaube de Schönberg y los inflamados amores del Rey Mark del Tristán wagneriano tuvieron en su obra de maduréz. Asimismo, la marca que en ella dejaron la poesía de Peret y Octavio Paz; igualmente, las escenografías de Diaghilev para los más importantes ballets rusos de inicios del siglo XX, como los paganos (con música de Igor Stravinsky y decorados de Nicolás Roerich) y, muy en especial, el Scheherezade, que incluyó los fragmentos más destacados del conocido poema sinfónico de Rimsky-Korsakov, cuyos vestuarios (obra de Leon Bakst)  la impactaron al grado de hacer que posteriormente aceptara colaborar con Marc Chagall en los diseños de los trajes para el trabajo de Leónid Massine Aleko, ballet inspirado en un texto de Pushkin, con música de Tchaikovsky, que se presentó en el Palacio de Bellas Artes en septiembre de 1942. Pero sobre todo, de la adopción en su obra de ciertos símbolos sexuales (falos y vulvas estilizados en función de sus representaciones significantes en cuanto fuerzas creadoras universales) derivados del primitivismo totémico humano, la práctica alquímica medieval y el psicoanálisis de Fromm,
Vestuario para 'Aleko', de Marc Chagall y Remedios Varo, 1942
aunado a ese misticismo que los retablos cristianos ortodoxos, plagados de ángeles y demonios, le inspiraron en las primeras etapas de su carrera, pero que finalmente persistirían durante toda su obra posterior. Y todo esto comentado en más de una vez por el propio Walter Gruen, en charlas amistosas dentro de su recinto de la calle de Córdoba 100 en la colonia Roma, además de heredero de muchos de los dibujos y cuadros más importantes de la artista.


'Retrato de Wlter Gruen', Remedios Varo, 1954
Y es que sin lugar a dudas dos personas fueron fundamentales en la preservación de la memoria de su obra después de su inesperada muerte, ocurrida el 8 de octubre de 1963. El primero, el ya mencionado Walter Gruen, quien se empeñó en que ella se dedicara de tiempo completo a la elaboración de sus obras y tuviera las facilidades y circunstancias adecuadas para realizarlas.

Gruen, de origen austriaco, llegó a México junto con Kari Willner (su primera esposa) como refugiados políticos del régimen nazi. Después de un trágico accidente en Tuxpan que llevó a la muerte a Kari, aceptó un empleo en una tienda de llantas, propiedad de un hombre de apellido Margolín. Lo convenció de empezar a vender ahí mismo material discográfico selecto (idea que resultó exitosa) y, a la muerte del dueño, tuvo a bien enfocarlo totalmente a la comercialización de música muy difícil de encontrar en el México de entonces. Aunque eso sí, conservando el nombre 'Margolín' como homenaje discreto al empresario que le abrió las puertas de su establecimiento. El encuentro con Remedios nos lo narra el propio Walter en su libro 'Reflejos de Europa en México', publicado por la Unión Europea y el CNCA: 'en esta época regresó Remedios Varo de Venezuela y descubrió la ausencia de Klari. Nos hicimos amigos y la amistad se convirtió en amor.
'Música del bosque', Remedios Varo, 1963
Tuve la suerte de conseguir que Remedios aceptara vivir conmigo y se dedicara únicamente a la pintura'. Así, con esa sencillez, Walter dedicó 11 años a velar por Remedios, siendo su labor algo decisivo para rescatar, difundir y gestionar el progresivo ingreso en el mercado del arte de la obra de la pintora. Música del bosque, el último y único dibujo de Varo (existen dos, el previo y el definitivo) que no alcanzó a converitrse en un óleo y que representaría el alma musical de Walter, sentada en un tocón y escuchando un disco puesto a girar en un tocadiscos de viento', es en muchos sentidos un agradecimiento a su labor, ya que la mejor etapa creadora de la artista tuvo lugar precisamente bajo su amoroso protectorado. Por tanto, ése universo que hoy en día conocemos como Remedios Varo muy probablemente no existiría sin su devoción.


Anna Alexandra Varsoviano
Posteriormente, a la muerte de Remedios de un fulminante infarto en sus brazos, Walter tendría oportunidad de encontrarse nuevamente con Alexandra Varsoviano, quien también se convertiría a la causa de la Varo.

Anna Alexandra Varsoviano, una bella cantante de ópera, nacida en Alemania e igualmente exiliada en México, había conocido a Gruen y a Remedios debido al gran amor que ambos profesaban por la ópera y la música en general. La relación siempre fue sincera y cordial, al grado que cuando Alexandra decide sacar su licencia de manejo, la Varo la representa en el cuadro As del volante, el cual tiene atrás la dedicatoria. Tras el fallecimiento de la pintora, Gruen corteja a Alexandra y se casa con ella, procreando una hermosa hija de nombre Isabel, fallecida en un trágico accidente carretero el mismo día de su boda.  Mas a pesar del dolor que representó la pérdida, sabiendo Alexandra lo importante que resultaba para Walter la obra de Remedios Varo, decidió apoyarlo en forma ejemplar ayudando y continuando la tarea de clasificar documentos
'As del volante', Remedios Varo, 1962
, transcribirlos, estudiarlos y convertir esa miscelánea de efectos personales y papeles en un archivo que hoy es fuente de investigación obligada para todos aquellos que desean adentrarse al onírico mundo de la pintora. De esta manera, donarían en el año 2000 al pueblo mexicano la Colección Isabel Gruen Varsoviano - In memorian, integrada por 39 obras de la pintora surrealista que hoy se alojan en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, tras que Beatriz Varo Jiménez, sobrina de Remedios, perdiera un litigio emprendido por los derechos hereditarios de las obras.


Colección 'Isabel Gruen Varsoviano - In memoriam'
Walter Gruen fallecería en el 2008, a los 94 años, y Alexandra en el 2015. Que sobre decir que no obstante el empeño de ambos por reunir el legado de la Varo en un solo lugar y conformar un catálogo razonado de su obra, sin duda existen en algún rincón dibujos que jamás fueron catalogados, que no conocemos y que tal vez anunciaban futuros cuadros que tampoco fueron pintados. Y algo semejante debe suceder con algunos óleos como fue el caso de La lucha por la vida, un desconocido cuadro hasta cierto punto cubista, que casualmente se encontró tardíamente en la colección de André Breton, y que por lo mismo no alcanzó ingresar en el catálogo definitivo elaborado por Gruen.
'Música del bosque' , dibujo previo

En resumidas cuentas podría decirse que, sumada a la riqueza de sus pinturas, Remedios Varo manifestó durante su carrera una profunda voluntad de creación. La riqueza y profundidad simbólica de su obra resiste todas las comparaciones con el pensamiento antiguo de Oriente y Occidente, por lo que no resulta descabellado hacer el símil de su legado plástico con la visión iniciática griega en la que el arte en su conjunto formaba parte del rito. En su trabajo, el dibujo era una herramienta de preparación y nunca una obra terminada, por lo que muchos que no la convencieron del todo jamás se convirtieron en óleos y terminaron en el cesto de la basura, a pesar de los esfuerzos de rescate por parte de Walter. No obstante, lo cierto es que fue precisamente gracias a esta minuciosidad que su obra no conoció de concesiones, ni de altas y bajas, sino solo el afán de conseguir, a través de los medios a su disposición, una obra original y tan íntima como lo fueron sus sueños. Por supuesto, a la manera de Freud y Jung, en ellos hay claves y llaves secretas sin las cuales resulta imposible entenderlas a cabalidad. Para estudiar su arte habrá que adentrarse en ese imperio del amor más allá del cuerpo terrenal descrito por igual en El lago de los cisnes, que en el Tristan de Wagner, que en La canción de la Tierra mahleriana. Esto es, entendiéndolo 'como las más grande fuerza mágica de la naturaleza que esconde el misterio del Uno' según palabras del filósofo Amador Vega, y remar decididamente por ese cauce y sus afluentes esotéricos. Porque si algo es evidente, es que a más de cincuenta años de la desaparición física de la artista, aún nos falta desentrañar la influencia de ciertas músicas en los significados de sus lienzos y trazar un mapa iconológico que permita entender la geografía hermenéutica inscrita en su arte.
Artículos personales de Remedios Varo expuestos en el MAM
Más a pesar de esto, si hay algo que otorga universalidad a su obra, es que aún el lego puede simplemente disfrutar su arte más allá de cualquier significación. Porque finalmente el legado de Remedios Varo es la de una obra mágica, llena de color y fantasía, que deleita los sentidos de quien la mira mientras se abre camino hacia el inconsciente prototípico, aquel que alguna vez nos refirió Jung.