Por: Norma Barroso
ALICIA EN EL PAÍS DE LOS CONEJOS.
Ahí
voy yo, la delicada Alicia tras el conejo blanco; el viento me
despeina los rizos rubios, el follaje es sombra en el suelo. El
conejo me sonríe, me guiña el ojo, me provoca con su ágil huida,
me promete diversiones que extasían, pero nada es lo que parece ser.
Tropiezo con raíces, resbalo por el lodo, insectos se estrellan en
mi cara, la oscuridad me desorienta.
Ahí estoy, cayendo por el
agujero mientras las raíces me rasguñan brazos y piernas. Mi ropa
se ha tornado gris como mi corazón, el miedo gira conmigo y me
lastima también. Siento desespero al sentirme en un vacío sin fin,
hasta que el fondo detiene mi caída. Me incorporo sin ocultar el
llanto pero entre las lágrimas, y de reojo, veo la figura del conejo
artero.
Él me mira divertido y mueve su nariz para reconocer mi
olor. Entre la pena, me acerco a acariciarlo, cuando escucho ruidos a
mi espalda; temo dar la vuelta pero ellos me acechan, me rodean
cientos de conejos con mirada perversa.
El terror me invade,
quiero escapar pero no puedo. En manada salvaje arremeten contra mí,
me sacuden, me jalan, llenan mi boca de barro, me golpean el
estómago, muerden mis muslos, arañan mi piel, horadan mi
inocencia.
Ahí yazco, en el fondo del agujero y de mi esencia,
lloro a gritos para que el agua salada de mis desesperados ojos lave
la humillación, pero nada puede hacerlo; el lodo y la sangre serán
mi estigma.
Como puedo voy saliendo del sitio ultrajador, lento —muy lento—; haciendo esfuerzos por mantenerme en pie, arrastro mi
desnudo cuerpo hasta los límites del bosque. A lo lejos veo mi casa. Al ir hacia ella me duelen brazos, piernas, corazón y alma, mi
cuerpo está desgarrado.
Ahí, en casa, llorando a los pies de mi
madre, en busca de un consuelo que me es negado.
Ella frunce los
labios, me mira desde arriba con desdén, con una mano me aparta de
su regazo.
—¿Y qué otra cosa podrías esperar, si te la pasas
persiguiendo conejos?
Señorita Barroso es usted oasis en el desierto.
ResponderBorrarMuy agradecido por tan bello relato!
Gracias por leerme. Saludos cordiales!
BorrarNorma: tus microcuentos son en verdad un microuniverso. Enhorabuena!
ResponderBorrarTe agradezco tus palabras Roxana. Un abrazo!
BorrarGracias Norma por este extraordinario cuento. Un verdadero placer leerte!
ResponderBorrarGracias Uriel! Abrazo :)
BorrarQué bello todo lo que hasta ahora nos has obsequiado Norma; que no decaiga por favor!
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