La argentada luna indiscreta
rompe las tinieblas ciegas con sus puñales de plata...
apaciblemente pasa la noche serena
cae tibia la garúa.
Perezosamente dormito
entre las frías sábanas blancas...
el grillo insomne
toca una desvelada sonata.
Un soplo vaporoso y gélido invade mi alcoba
tiemblan los leves cortinajes...
el lecho se estremece al sentirse invadido
y mi piel presiente su contacto.
La efímera vana dibuja sombras a la luz del farol...
su virilidad me seduce y cedo complaciente a sus deseos impuros...
ahora llueve... huele a fango...
y en el lejano robledal gimen elfos pavorosos.
En el lodazal danzan las cicindelas perfumadas...
laten ansias lujuriosas...
llantos cansados llegan con los murmurios musicales del bosque...
en la lejanía, detrás de la tormenta, llora un ángel.
Liliana Celeste Flores Vega, 1988
Muy agradecida por vuestra publicación. Me encanta la imagen que han puesto acompañando mi poema.
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