jueves, 21 de abril de 2016

Poesía: Atardecer

Por:  Liliana Celeste Flores Vega




Con destellos color bronce 
los últimos rayos solares se filtran 
por la tosca ventana de pesados cortinajes 
y simulan ser fuegos fatuos 
donde danzan 
las inquietas salamandras. 

¡El atardecer!... 
la belleza del ocaso es patética 
y deja una extraña sensación en el alma, 
es como una dulce tristeza que alegra 
y es como una amarga alegría que entristece 
tiene sabor a veneno y embriaga. 

En el candelabro de plata denegrida 
arden tres velas aromáticas 
y la luz con la sombra mezclada 
dibuja oscuros figurines 
en el añoso muro 
de piedra gastada. 

En el espejo de marco tallado 
se vislumbran vagos reflejos 
de ignotos y olvidados fantasmas 
y desde el pasadizo húmedo 
llega el rumor de los pasos 
de los muertos que nunca nacieron. 

Enero de 1995.

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