Por: Karim Yaver
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Munich illustrated weekly magazine for art and life (5.1900, Band 2 Nr. 27-52 Jugend magazine) |
A Naz
¿Has
mirado fijo,
tu
cuerpo desnudo,
tu
piel viva…
has
mirado fijo
el
agua descendiendo?
¿Has
mantenido abiertos
los
ojos cuando
se
disfraza de lengua ese chorro
y
lame
igual
que serafines,
y muere
igual
que sueños,
y su
vapor se eleva
―y
eleva la sacudida de tus besos
como
partículas de polvo
entre
partículas de anhelo?
¿Has
mirado fijo
el
brote de la lluvia
de
entre las nubes naciendo,
y a
las nubes
del
cielo?
Yo
miré fijo
y
observé en el reflejo de
mis
ojos
tu
cuerpo.
De
él broto un licor
que
enjuagó mi impaciencia.
Y
entonces decidí
que
escribiría
―¡que
me fuera en ello lo triste de la vida!―
para
ti el más bello poema
de
amor.
No
temo a la muerte
temo
un espacio gris
vacío
sin
ti.
No
temo tampoco a la lluvia,
temo
que las lágrimas no laven
la
escarcha
del
invierno en nuestra piel.
Pájaros
color de nieve
unen
sus plumas en pleno vuelo.
Y
caen.
Y
mueren.
Y
mueren juntos.
Puedo
escucharlos ahora mismo,
sus
picos en picada,
sus
plumas rebanadas
rompiendo
una delgada tela de cristal,
rasgando
su carne contra el viento.
Puedo
escuchar su canto comprendiendo,
sus
silbos sosegados
entendiendo
que
no fue el martirio de un santo
ni
las orgías paganas
ni
las bodas en secreto;
que
no fue el querubín de porcelana
en
pedazos sobre el suelo,
sobre
la gran mentira de una cruz sobre un libro sobre una cruz.
Que
no fue el brillo redivivo en los ojos rotos de Julia.
Que
tampoco fue el fruto seco del viejo almendro.
Que
no es este catorce de febrero
ni
aquél en que murieron
siete
asesinos de saco y sombrero.
Que
no es la hierba sobre la que me siento
ni
es el cielo vanidoso que aún no te adula.
Que
es, simplemente,
el
más bello poema
de
amor
que
he decidido escribir
para
ti, y que te has atrevido
a
labrar tú misma,
pues
lo tallaron tus rojos besos
y lo
esculpieron tus rojas manos;
lo
moldearon tus negros ojos
y lo
rozaron los negros míos.
Y
ahora,
ahora
sólo escucho cómo caen
los
pájaros color de nieve.
Y
cómo mueren.
Pero
yo no temo a la muerte,
pues
los pájaros, como las lágrimas,
como
las gotas de ese chorro que me lame,
como
los pétalos de esa rosa que nace,
vuelan,
caen
y
mueren…
…juntos.
El mas maravillosamente hermoso poema que se ha escrito en este blog.
ResponderBorrar¡Infinitas gracias por devolverlo !