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Tormenta en el mar - John Martin |
(Mi niña, por favor vuelve a casa…)
Dijeron
que había sido la depresión; probablemente problemas del trabajo, malentendidos
familiares, tal vez un poco de dolor filtrado por alguna de las grietas de su
alma. Fue un jueves cualquiera. Nadie piensa que ese día de la semana sea digno
de algún acontecimiento relevante. En casa faltaban cuarto para las cinco.
Salió sin que la notaran, con ganas de que el viento la liberara poco a poco de
la ansiedad que le provocaba dejar su huella por el pavimento; no quería marcas
de su retorno al hogar.
(No te detengas…)
Por
la calle sintió cómo la luz del sol se debilitaba sobre su piel y se detuvo;
ese momento quiso sentirlo con todo su ser y se quitó los zapatos, liberó su
cabello de la liga que lo sostenía y cerró los ojos; solo se quedó con el
pesado bolso. La calidez fue aminorando hasta que la frescura comenzó a tomar
su lugar. Continuó con paso lento, ya sin las cosas que había dejado de lado
unos instantes antes.
(Sube la vista, ¿ves las estrellas?)
Llegó
a la playa pasadas las tres de la madrugada. Las estrellas sobre ella brillaban
y la saludaban. La habían estado esperando. Creo que lo sentía porque al mirarlas,
una lágrima rodó por la mejilla. ¿Tristeza? No estaba triste. Se sentó sobre la
arena, añorando estar ya en la casa que la llamaba. A orillas de la inmensidad
ya no tenía nombre, ni pasado ni futuro. Estaba a punto de vivir el despertar
de quien sabe que está en su sitio.
(Ya casi amanece, apresúrate…)
Sacó
del bolso una soga, tela y unas cuantas rocas. Poco a poco hizo de ellas parte
de su vestimenta. El cielo empezó a clarear y lloró de emoción. Sintió mi agua
más y más arriba conforme caminaba hacia el horizonte. Hija pródiga, amado
tesoro que poco a poco va entrando a la morada que la llama con fervor.
En
cuanto dejó que la abrazara, que mis olas llenaran cada espacio de su ser, supo
que no importó el tiempo desperdiciado, todos los años lejos de mí, pues ahora
nadie la alejaría de nuevo. Muchos dijeron que yo me la había tragado, pero en
realidad, al brillar el sol sobre sus ojos marinos, ella ya estaba escalando
hacia el cielo; yo solo la llamé para que volviera a mí.
Interesantísimo y muy bien estructurado!
ResponderBorrarEl final me gustó. El inicio lo siento muy débil y con información irrelevante al texto cómo lo del día jueves. El conflicto no es claro y los paréntesis dan lejanía te recomiendo usar negritas o cursiva para el segundo discurso y revisar los requisitos del cuento.
ResponderBorrarSaludos