miércoles, 10 de agosto de 2016

Literatura: El despertar (cuento)

Por: Joyce S. Hernández


Tormenta en el mar - John Martin
 

(Mi niña, por favor vuelve a casa…)

Dijeron que había sido la depresión; probablemente problemas del trabajo, malentendidos familiares, tal vez un poco de dolor filtrado por alguna de las grietas de su alma. Fue un jueves cualquiera. Nadie piensa que ese día de la semana sea digno de algún acontecimiento relevante. En casa faltaban cuarto para las cinco. Salió sin que la notaran, con ganas de que el viento la liberara poco a poco de la ansiedad que le provocaba dejar su huella por el pavimento; no quería marcas de su retorno al hogar.


(No te detengas…)

Por la calle sintió cómo la luz del sol se debilitaba sobre su piel y se detuvo; ese momento quiso sentirlo con todo su ser y se quitó los zapatos, liberó su cabello de la liga que lo sostenía y cerró los ojos; solo se quedó con el pesado bolso. La calidez fue aminorando hasta que la frescura comenzó a tomar su lugar. Continuó con paso lento, ya sin las cosas que había dejado de lado unos instantes antes.


(Sube la vista, ¿ves las estrellas?)

Llegó a la playa pasadas las tres de la madrugada. Las estrellas sobre ella brillaban y la saludaban. La habían estado esperando. Creo que lo sentía porque al mirarlas, una lágrima rodó por la mejilla. ¿Tristeza? No estaba triste. Se sentó sobre la arena, añorando estar ya en la casa que la llamaba. A orillas de la inmensidad ya no tenía nombre, ni pasado ni futuro. Estaba a punto de vivir el despertar de quien sabe que está en su sitio.


(Ya casi amanece, apresúrate…)

Sacó del bolso una soga, tela y unas cuantas rocas. Poco a poco hizo de ellas parte de su vestimenta. El cielo empezó a clarear y lloró de emoción. Sintió mi agua más y más arriba conforme caminaba hacia el horizonte. Hija pródiga, amado tesoro que poco a poco va entrando a la morada que la llama con fervor.


(Mi niña, has vuelto…)

En cuanto dejó que la abrazara, que mis olas llenaran cada espacio de su ser, supo que no importó el tiempo desperdiciado, todos los años lejos de mí, pues ahora nadie la alejaría de nuevo. Muchos dijeron que yo me la había tragado, pero en realidad, al brillar el sol sobre sus ojos marinos, ella ya estaba escalando hacia el cielo; yo solo la llamé para que volviera a mí. 


2 comentarios:

  1. Interesantísimo y muy bien estructurado!

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  2. El final me gustó. El inicio lo siento muy débil y con información irrelevante al texto cómo lo del día jueves. El conflicto no es claro y los paréntesis dan lejanía te recomiendo usar negritas o cursiva para el segundo discurso y revisar los requisitos del cuento.

    Saludos

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