martes, 28 de marzo de 2017

Literatura: La palabra prohibida (relato breve)

Por: Luis Ángel Hernández


El silencio - Jaime Francés Durá

Hace no mucho tiempo, en el Congreso Internacional de la Lengua hice mi tercera intervención, esto a pesar de los malos pronósticos y consejos que me dieron mis compañeros del parlamento. Era claro que mi proposición carecía de elementos suficientes para proceder a una subsiguiente derogación de la palabra presentada. La empresa no era fácil, por lo que realicé un exhaustivo trabajo de investigación filológico y etimológico capaz de persuadir no sólo a los más ingenuos, sino también a los más letrados de mi país; realizar una propuesta que procediera a una ulterior junta de discusión era cosa fácil, lo más complicado era que ahí me vería de frente contra los verdaderos conocedores de la lengua.

Una vez presentada, mi propuesta fue desechada por unanimidad sin oportunidad de réplica. Los jueces del Parlamento Interno de la Lengua dijeron que era la propuesta más absurda que habían recibido en años; también mencionaron que a pesar de la amplia y seria investigación que había hecho, ponían en duda mi lugar como parte del gremio lingüístico y que más adelante se hablaría de este suceso para pronunciar mi permanencia o salida del Parlamento.

Con mi lugar en duda dentro de la Asociación Internacional de la Lengua, me puse a investigar dentro del orden jurídico del país la posibilidad de cancelar o prohibir mi palabra; sé que no hay palabra que sea impronunciable dentro del vasto lenguaje universal, al menos no hasta ahora; también sé que intervenir mediante todas estas investigaciones y proposiciones ante distintos organismos pueda rozar con una actitud dictadora. Pero en este caso la disolución de una palabra, o específicamente un sobrenombre [1] (dígase mi intención), resulta viable considerando mi experiencia.

He visto que muchos nombres están prohibidos dada su naturaleza fonética (albures) o absurda (nombres famosos de artistas o caricaturas) en el registro civil de algunas ciudades; y esto no puede ser distinto a las demás ciudades de la república, por lo que también intentaré una derogación del mismo utilizando todos los medios necesarios, ya que si no pude con el sobrenombre, tal vez con el nombre especifico mis intentos puedan obtener un resultado favorable. 

El sobrenombre que intenté borrar es el tuyo... No hace falta mencionar qué nombre intentaré prohibir.



[1] Nombre que se le da a una persona en lugar del suyo y que, generalmente, hace referencia a algún defecto, cualidad o característica particular que lo distingue. También en el lenguaje coloquial se le dice apodo.

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