jueves, 13 de octubre de 2016

Literatura: Dylan, ¿literato?

Por: Karim Yaver


A grandes nombres como Rudyard Kipling, Maurice Maeterlinck, William Butler Yeats, George Bernard Shaw, Thomas Mann, Gabriela Mistral, T. S. Eliot, William Faulkner, Albert Camus, Yasunari Kawabata, Gabriel García Márquez, Naguib Mahfuz, Octavio Paz, Wislawa Szymborska, Günter Grass, Doris Lessing o Mario Vargas Llosa, entre muchos más, el día de hoy, 13 de octubre de 2016, “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”, se une el de Robert Allen Zimmerman, mejor conocido como Bob Dylan, cantante, compositor, artista plástico y poeta norteamericano, figura influyente dentro de la música y fuera de ella, poseedor de un estilo único que ha evolucionado a lo largo de los años y que ha culminado con el nombramiento del Nobel de Literatura de esta jornada que, por cierto, no ha escapado a la polémica.
Robert nace en el seno de una familia judía de Minnesota el 24 de mayo de 1941, nombrado en hebreo como Shabtai Zisl ben Avraham. Poco más que decir de él. Pero ¿quién es Bob Dylan (que por cierto toma el “Dylan” del poeta galés Dylan Thomas)? Bob Dylan es la figura, el músico-poeta casi mítico que se escapa, tanto al que escucha como al que lee sus letras. Bob Dylan es el autor de Tarántula (1966), un poemario-confesión en el que expresa un poco de sí explotando una prosa poética que pocos autores (escritores de oficio) reconocidos han sabido alcanzar. Es el músico que ha lanzado al mercado 36 álbumes de estudio. Es también el artista detrás de numerosas obras pictóricas que tampoco desmerecen. Es el músico de folk de sus inicios, es el músico de rock rebelde y contracultural de los 70’s, es el redimido cristiano de los 80’s, es el asentado y sereno Bob Dylan de los tiempos recientes. Es, en fin, un personaje que ofrece suficiente como para echarle muchos vistazos, y aun así quedarse corto.
Pero, ¿por qué a pesar de su sorprendente currículum para muchos es injusto, o ridículo, o simplemente inverosímil que Bob Dylan haya ganado el Nobel de Literatura? Su oficio no es esencialmente el de escritor. Sí, es cierto. Pero es un poeta. Aunque también es músico. Músico, esencialmente músico, no poeta ni literato. SÍ. Y NO. ¿Nos estaremos centrando en su papel como músico dejando de lado un poco su obra literaria, no considerando a su vez que de hecho dentro de sus trabajos musicales hay literatura?
Además del ya mencionado Tarántula, en el 2004 publica Crónicas. Volumen 1, la primera parte de su autobiografía. Dos libros. Pocos libros. No obstante, tenemos también que a lo largo de los años ha recopilado constantemente las letras de sus canciones publicándolas en diversos volúmenes a manera de poemarios. Y no hay que olvidar que es esta última la razón por la que se le declaró como ganador: sus canciones, lo decimos una y otra vez, son poesía. Y si a esto le agregamos que hace unos años se publicó un libro (The Lyrics: 1961-2012) de mil páginas, conteniendo todas sus letras libro que, por cierto, pesa 6 kilos, entonces, nos volvemos a preguntar: ¿pocos libros? O, mejor aún: ¿poca literatura?
Kjell Espmark, presidente del Comité Nobel de 1988 a 2005, en su obra El premio Nobel de Literatura: Cien años con la misión (Nórdica), señala que por “literatura” se entienden “no sólo trabajos puramente literarios sino también otros escritos que por la forma de presentarse posean valor literario”. El día de hoy, la secretaria de la Academia, Sara Danius, dijo: “Si miramos miles de años hacia atrás, descubrimos a Homero y a Safo. Escribieron textos poéticos hechos para ser escuchados e interpretados con instrumentos. Sucede lo mismo con Bob Dylan. Puede y debe ser leído”. ¿Es la canción un tipo de literatura? El comité parece decir que sí. Yo creo que sí.  
Y ahora, ¿hay algo más detrás de la decisión, más allá del mero reconocimiento literario (porque entonces sí, Bob Dylan sería un “literato”), que cargue con algún peso político, mercadológico, económico, etc.? Probablemente. No olvidemos tampoco sin demeritar el valor de Dylan, ni de ningún otro ganador, reciente o pasado que los Nobel responden a intereses. En la mayoría de los casos, editoriales; en éste, discográfico (de ahí el que sorpresivamente no se haya nombrado a Murakami aún como ganador del premio; tal vez consideren que no hay necesidad, las ventas de sus libros ya son de por sí enormes). Casi podemos ver las estrepitosas alzas en las compras de discos de Bob Dylan (porque pocos se van a interesar por comprar sus libros, aún si la secretaria Danius dice que debe ser leído).
Últimas cuestiones: ¿se merecía Dylan el Nobel? Creo que sí, en tanto que se merecía el reconocimiento de su obra como literatura. ¿Algún otro autor se lo merecía más que él? Probablemente. Adonis, Roth, Kundera, ¿quién sabe? El caso es que él lo ganó y que no es la primera vez que se le premia como poeta, como literato: en el 2007 ganó el Príncipe de Asturias. En el 2008 el Pulitzer. Además, es miembro honorífico de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras. Hoy es también el Nobel de Literatura. ¿Qué significa esto para el futuro? Ya lo veremos. El año pasado ganó una autora por su obra esencialmente periodística (aunque con valor novelístico). Beckett y Fo lo ganaron hace algunos años también, “a pesar” de lo arriesgado de sus propuestas teatrales. De nuevo, ¿qué sigue? No niego que el Nobel en gran medida va moldeando las producciones literarias que surgen y han surgido, pero tampoco es del todo definitivo y no debería de serlo. La literatura seguirá su curso. No es nuevo el verla asimilada a la música, bien podría ser una vuelta extraña (porque es extraña, al día presente) a la tradición: en la antigüedad, los poetas cantaban sin ánimos de escribir, hasta que llegaba alguien y recopilaba lo cantado. Hoy, lo cantado ya está recopilado, ¿qué sigue sino hacerle caso a la secretaria, y leerlo? Porque ya lo dijo Octavio Paz (creo que fue él) alguna vez, la principal valía de los Nobel y es que establecer peligrosos cánones a los escritores con el fin de ganar el “prestigioso” reconocimiento que ofrece, no es en absoluto un favor a la literatura; tal vez habría que pensar en quitarle un poquito de atención a la Academia es hacer leer a la gente a autores desconocidos. Dylan no es para nada desconocido (como músico), pero ¿quién se ha detenido a leer sus cientos de letras, quién sabía de Tarántula o de las Crónicas? Ésta es una buena oportunidad para hacerlo y así descubrir que, detrás de los millones de discos vendidos, detrás de esa imagen cambiante, detrás de ese nombre estruendoso, hay algo, y ese algo es, ciertamente, poesía.

3 comentarios:

  1. Excelente nota, concuerdo totalmente con cadaoración.
    Gracias por los datos curiosos.

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  2. Excelente nota, concuerdo totalmente con cadaoración.
    Gracias por los datos curiosos.

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