lunes, 17 de octubre de 2016

Literatura: Lourdes (cuento)

Por: Norma Barroso

A mitad del muro, en la parte mas alta, el reloj de madera marca las 7:30 pm. Los rayos crepusculares se asoman tímidos por la ventana, dejando ver en su paso una tenue neblina formada de polvo y pelusas que levanta la brisa que produce el ventilador del techo.
En el enorme espejo situado en la pared contraria, al centro de una habitación vacía, su voluptuosa silueta surge; brazos y piernas estirados, colocados cuidadosamente en posiciones imposibles; pequeños y delicados movimientos contorsionan cuello y demás articulaciones. De pronto, proveniente de la esquina derecha, una melodía se escabulle  de un viejo y sucio aparato.
Primero el braceo: manos elevadas en el aire se agitan suavemente, los dedos trazan misteriosos símbolos en la nada, luego bajan de a poco hasta rozar su cuerpo. Los pies comienzan un lento zapateo; desplantes constantes al unísono con el ritmo de la música.
Braceo, taconeo, jaleo, escobilla,  no hay dicha más divina que ver tensar los músculos de sus muslos. Contratiempo: el ritmo acelera como sus movimientos, otra escobilla, una mudanza seguida de balanceo y bien puede uno perderse sin remedio en el vaivén de sus caderas.
Cuando la humedad se hace presente, baja lento por el cuello, sigue su camino por la espalda y el pecho. Arriba de su mirada concentrada, penetrante, su frente sangra esfuerzo y la corona.
En el clímax: fuerte convulsión, escobilla y palmeo, un recio desplante acompaña el final. La mano temblorosa queda suspendida, ningún otro sonido, únicamente un jadeo profundo se percibe y el ambiente húmedo hace estragos en la psique del espectador anónimo.
El reflejo quieto del espejo pronto se difumina junto con la oscuridad de la noche recién llegada; así la materialización de la fantasía concluye, en el tibio aliento de un suspiro.

Fabian Perez. "Flamenco"



1 comentario:

  1. ¡Qué preciosa prosa!
    Mis sinceras felicitaciones por tanto talento jóven que alimenta este blog.

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