Por: Nestor Ramírez Vega
La persistencia de la memoria - Salvador Dalí (1931 - Museo de Arte Moderno de Nueva York) |
Casi un cuarto de siglo.
Un limón exprimido, aún fresco, resbala por la
orilla de la mesa.
Pienso en tu recuerdo.
Ya no estás, eres otra.
Ya tu cuerpo
no es tu cuerpo, pertenencia de los bajos instintos de tu sexo.
Flor de verano
que gira alrededor del sol y muere.
Hora de deceso, 23 horas 45 minutos.
Ya el reloj da la vuelta entera y
ninguna hora me pertenece.
Ya pasaron las cinco, las seis, las quince y
dieciséis.
Nada queda de ti ni de mi.
Fueron un pasado impropio que cae cada 60
segundos y después vuelve a empezar.
Ya no están las fotos de Daniela, Sandra, Susana; se perdieron en la
mudanza. Lorena, ¿para qué llorar por lo que nunca hubo?
Corremos por el borde
del mundo, sin rumbo.
Sólo quedamos la rueda, el mundo, el minuto, yo.
Giramos
y llegamos al final: el punto de partida.
Las 24 son también las cero y del
otoño volvemos al invierno.
Que hermoso poema
ResponderBorrarPude sentir como las manecillas giraban dentro de mi.
Muchas felicidades al escritor !
Hermoso poema. Puedo uno vivirlo al leerlo.
ResponderBorrarEl laberinto del tiempo nos mantiene perdidos en este mundo de desencuentro.
ResponderBorrarBello poema. ¡Felicidades Néstor!
Cuántas cosas se expresan en tan pocas líneas, de verdad excelente!
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