lunes, 25 de enero de 2016

Literatura: Wilhelm Liebknecht - La araña y la mosca.

 Por: Félix E. Jiménez

Guillermo Liebknecht nació en Alemania el 29 de marzo de 1826, dirigente socialdemócrata, compañero de Carlos Marx y Federico Engels, creo el Partido Socialdemocrata Aleman junto a Augusto Bebel y Fernando Lassalle en 1875, muere en Alemania el 7 de agosto de 1900.

El cuento La araña y la mosca, que publicó en 1881, lo modificó de un relato popular alemán para la juventud proletaria. Hace 5 años, aproximadamente, lo encontré en ingles. Por más que estuve buscando en diferentes lugares no logré encontrarlo en español; por lo que me vi en la necesidad de intentar traducirlo. El resultado es el siguiente: fué mi primer traducción. Revisando el texto después, encontré varios errores de sintaxis y gramática que al instante corregí; a pesar de ello, no creo ya haya quedado al 100. Espero sus comentarios. Saludos.

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La araña y la mosca
El Hombre de las sorpresas
por Wilhelm Liebknecht

Nota: este folleto de Liebknecht fue escrito para los trabajadores alemanes, basado en un famoso cuento infantil. Su cuento, de las arañas explotadoras y las moscas explotadas está escrito a un nivel que los niños mayores pueden entender.
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Todos ustedes conocen, a ese insecto barrigón con el cuerpo peludo y pegajoso, que se esconde en lugares oscuros, en la medida de lo posible lejos de la luz del día, y que hace girar su telaraña mortal en la que la pobre descuidada o imprudente mosca es capturada y asesinada. Ese monstruo feo, con ojos vidriosos y patas delanteras delgadas y torcidas tan prácticas para la incautación y la asfixia de sus víctimas es la Araña.

Ahí se encuentra, fría e inmóvil, acostada en su rincón, o diabólicamente tejiendo sus hilos letales para atrapar y atar a las moscas débiles sin miramientos. La repulsiva criatura causa dolor, infinitos dolores, para perfeccionar su red hasta el último hilo, de modo que su presa no escape. La primera vez hará girar un hilo, luego dos y tres y más y más. Cruza y vuelve a cruzar los hilos en los que incluso ya agonizando sus víctimas intentan romper la red, pero solamente la pueden hacer vibrar.

Por fin la red está lista, la trampa está puesta, no hay escapatoria, la Araña se retira a su guarida y espera a que una simple mosca, empujada por el hambre, se acerque en busca de alimento.

Ella no tiene que esperar mucho tiempo para que la mosca llegue a ella. Y como la pobre está buscando aquí y allá, corre a la derecha en los hilos extendidos, está aterrorizada, se enreda, trata de aguantar, y este es el fin.

Tan pronto como la araña ve a su víctima atrapada, sale de su escondite y avanza lentamente hacia su presa con ojos hambrientos y sus tentáculos para agarrar. No hay necesidad de apresurarse, la horrorosa criatura sabe muy bien que una vez atrapado el desafortunado insecto ya no puede escapar. Ella se acerca cada vez más cerca, enloqueciendo a su víctima con sus grandes ojos saltones. La mosca está temblando de miedo cuando ve el peligro al acecho, trata de liberarse de los hilos pegajosos, se esfuerza por escapar, y hace intentos desesperados por escapar pero solo queda exhausta.

Pero sus esfuerzos se desperdician, su esfuerzo excesivo también se pierde. Se enreda más y más, la araña se acerca cada vez. Ella se encuentra atrapada con más y más hilos, en las redes cada vez más numerosas, con cada movimiento que hace para liberarse de la telaraña, cuyas delgadas pero eficaces mallas la han atrapado. Por último, sin aliento y agotada, toda resistencia desapareció, ella está a merced de su enemigo, su vencedor ¡la horrible Araña!

Después, la horrorosa criatura extiende sus peludos tentáculos, agarra y encierra a la mosca en su abrazo mortal. Despues, comienza a morder el cuerpo tembloroso de su débil presa, una, dos, tres, cualquier número de veces, todo dependiendo de su deseo y apetito. Cuando por el momento sacia su sed de sangre, la deja medio muerta. Luego regresa y chupa una vez más, ella va y viene hasta que la pobre mosca está totalmente devorada, hasta que haya filtrado de su cuerpo toda la sangre y los jugos nutritivos. Y hace falta un largo, casi siempre mucho tiempo, antes de que el pobre insecto este completamente muerto.

El vampiro sediento de sangre no renunciará hasta que ya no pueda detectar una chispa de la vida en el cuerpo de su víctima. Ella inhala su vida, agota su fuerza, bebe su sangre, y la deja sola ya no hay nada, absolutamente nada deja.

La pobre mosca muerta, aspirada seca y más ligera que una pluma, es entonces cuando cae de la red. El primer golpe de viento se la lleva y todo ha terminado.

La araña, sin embargo, vuelve a su guarida, saciada y contenta; ella está contenta consigo misma y el mundo, feliz de saber que la gente decente todavía es capaz de desenvolverse en el mundo.

Ustedes, los trabajadores de la ciudad y el país, son las moscas que son chupadas, que las dejan secas y muertas, ¡la mosca que es devorada y de cuya sangre otros viven! Ustedes los pueblos oprimidos, intelectuales, trabajadores industriales, temerosas doncellas jóvenes y mujeres débiles oprimidas que no se atreven a defender sus derechos, víctimas de los desdichados señores de la guerra, en una palabra, todos los que son pobres y explotados, tu que te desechan cuando ya no tienen qué sacar de tus venas, ustedes que son los productores de toda riqueza, el corazón, el cerebro, la fuerza vital de la nación, y a los que les conceden sólo el derecho, obediente y silencioso de morir una muerte miserable en algún rincón, mientras su sangre, su sudor, su trabajo, sus pensamientos, su vida la utilizan para hacer grande y fuerte a los que son tus jefes y opresores: las arañas repulsivas.

La araña es el patrón, la bolsa de valores, el explotador, el especulador, el capitalista, el seductor, el alto clero, el parásito de todo tipo, el déspota bajo el cual sufrimos, el fabricante del mal, las leyes opresivas, el tirano que nos esclaviza. La Araña es todo aquel que vive a expensas del pueblo, que nos pisotea, que se burla de nuestro sufrimiento y nuestro esfuerzo en vano.

La mosca es el trabajador pobre que tiene que someterse a todas las leyes draconianas que el patrón pudiera crear, porque el pobre hombre es carente de recursos y tiene que cuidar de él y su familia. La Araña es el gran dueño de la fábrica que gana 6 a 8 marcos en un día por cada uno de sus trabajadores, sin embargo, se atreve, o mejor dicho se digna, y por lastima les otorga un salario de hambre de 2 a 3 marcos por cada 12 a 14 horas de trabajo.

La mosca es el minero que sacrifica su vida en el aire viciado de la mina para extraer los tesoros de la tierra que no los puede disfrutar, la araña es el Sr. accionista que obtiene el doble y el triples del valor, pero que nunca está satisfecho, que desea los dividendos más altos, que roba a los trabajadores los frutos de su trabajo, y que, en caso de que se atrevan a exigir el más mínimo aumento de salarios, llama al ejército para darle a los “revoltosos” el sabor del plomo.

La mosca es el niño que en la más tierna edad tiene que ser esclavo en la fábrica y el taller, y en el hogar, para ayudar a terminar lo necesario, la araña no son los padres pobres a los que quieren obligar a que sacrifiquen a sus hijos, sino las condiciones viles de hoy que hacen que una regla de hierro dé estas perversiones de los sentimientos naturales, esta destrucción de la propia familia.

La mosca es la hija respetable del pueblo, que trata de ganarse la vida honradamente, pero no puede encontrar trabajo si no se somete a los deseos lujuriosos del jefe de la fábrica o director, que abusa de ella, y más tarde -a menudo con un niño en el camino- sin piedad y cruelmente la echa para evitar un "escándalo". La araña es el joven fatuo, el holgazán de inactividad de una "buena" familia, que seduce doncellas inocentes alegremente y los arrastra hasta el arroyo, que considera un honor haber deshonrado a muchas mujeres jóvenes como sea posible.

La mosca es usted, labrador que trabaja honestamente, usted el que cultiva la tierra para el rico terrateniente, que siembra el grano que no cosecha, quien cultiva el alimento que no prueban. La araña es el barón de la tierra que hace que sus inquilinos pobres, los siervos y jornaleros trabajen sin un momento de respiro, para que él mismo puede llevar una vida de ocio, fácil y llena de esplendor, el barón de la tierra que levanta los alquileres cada año y baja el precio del trabajo honrado.

La mosca somos todos nosotros los pobres y gente sencilla, quien tuvo que temblar por siglos en las gradas del altar, quien ha cedido a la maldición clerical, que lucho y luego esclavizaron unos a otros para mayor gloria y diversión de la Iglesia, quienes hemos doblado nuestra espalda y las rodillas, que hemos dejado a nuestros opresores disfrutar de los frutos de su injusticia, ya que habíamos sido mutilados espiritualmente por la influencia enervante de su enseñanza religiosa. La araña es el sacerdote pastor-negro con su vestimenta hipócrita y lujuriosa, que duerme las mentes débiles de su rebaño con su enseñanza degradante y cultiva un espíritu de sumisión y servidumbre, que envenena las almas y lleva a la ruina a naciones enteras, como en el caso de Polonia.

En una palabra, la mosca son los oprimidos, los esclavizados, los explotados, mientras que la araña es el especulador o vil déspota sin ley sin importar el nombre que sea.

La Araña alguna vez utilizo su tela para hacer girar los grandes castillos y casas señoriales, hoy prefiere establecerse en los grandes centros industriales, en los barrios ricos de los benditos de nuestro tiempo. Uno se lo encuentra principalmente en las ciudades industriales, aunque también anida en el país y en las pequeñas ciudades, es allí donde florece la explotación, siempre que haya trabajadores, proletarios no propietarios, el artesano pequeño, el jornalero y agobiados por las deudas pequeñas los campesinos sin piedad expuestos a la desenfrenada codicia de los especuladores.

Dondequiera que sea, ciudad o país, podrás ver los insectos pobres que luchan en vano en la red de sus enemigos; podrás ver a ellos mismos agotados, secados y asesinados.

¡Qué terribles tragedias se han promulgado durante siglos en esta batalla entre la mosca débil y tímida, y la cruel y sanguinaria araña! Es una historia monstruosa de aflicción. Entonces, ¿por qué contarla otra vez? Lo pasado es pasado, hablemos del presente y el futuro.

Tomemos una mirada más cercana a la lucha de hoy entre la araña y la mosca, seamos conscientes de la situación tal como es, vamos moscas dense cuenta realmente que las trampas de nuestros enemigos son de nuevo para nosotros, vamos a ver a través de sus trucos y, por encima de ellos, debemos estar unidos, nosotros, que somos demasiado débiles solos para romper las redes que nos enredan. 
Rompamos las cadenas que nos encadenan, vamos a sacar a nuestros enemigos de sus escondites, ¡vamos a arrojar la luz de la razón en todas partes, de modo que nunca más la vil criatura sea capaz de hacer su obra asesina en la oscuridad!

¡Oh moscas, si quisieran, si realmente quisieran hacerlo, ustedes podrían ser invencibles! Es cierto que las arañas son muy fuertes hoy en día, pero son pocos. Incluso si las moscas son muy insignificantes y sin influencia, nuestros números son una legión, son la vida misma, ustedes son el mundo que realmente queremos. Si sólo nos unimos, lo haríamos en un solo golpe de sus alas desgarraran todos los hilos, barramos con todas las telarañas que atrapan hoy, que nos hacen retorcernos y morir de hambre. Ustedes podrían erradicar la pobreza y la esclavitud si realmente quieren.

¡Así que aprendamos a querer!

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