lunes, 21 de noviembre de 2016

Literatura: El Miedo a la Poesía (reseña)

Por: Matheus Kar



Los Infrarrealistas en México, 1975


Una novela corta, un poema novela, o una novela río. Para Roberto Bolaño no hay diferencia, si es que Bolaño es el mismo Belano de Los Detectives Salvajes que cargaba, según García Madero, los libros de Sophie Podolski, de Alain Jouffroy y el Cent mille millards de poémes de Raymond Queneau (este último fotocopiado y desgastado, como escribiría Bolaño).

En alguna entrevista, allá por el limítrofe año 2000, Bolaño dijo «si he de vivir, que sea sin timón y en el delirio». Frase que toma, sin dejar de citar, de su amigo Mario Santiago Papasquiario, mejor conocido e inmortalizado míticamente como Ulises Lima. Mario Santiago era una apuesta total, «un ser extrañísimo», como diría el propio Bolaño. Ambos, fundadores del Infrarrealismo, amigos y compinches. Vivieron la poesía, la poesía más honesta. Porque de eso se trata la poesía; la poesía es el único género literario que no necesita de más artificios que la verdad.

«…lo que molestaba mucho al status de la literatura mexicana era que no estábamos con ninguna mafia, con ningún grupo de poder», respondió Bolaño cuando se le preguntó por el cariño que les profesaban en México. Cariño que se afianzó con la muerte de Mario Santiago: «Mario se fue de México, estuvo viviendo en Europa y Medio Oriente, pero volvió, y a él se lo hicieron pagar caro, pero muy caro. Ahora, después de su muerte, han salido como zetas todo el mundo diciendo que era un gran poeta y que Mario Santiago tiene una obra maravillosa, pero han esperado a que muriera».

La poesía te lleva a lugares insospechados, a carreteras llenas de frío donde duermes a la orilla de un perro que utilizas como almohada, a desiertos polvorosos donde acaban los caminos, a cementerios inauditos donde solo crece la muerte. La verdadera poesía no crece en el recato o en la Facultad de Filosofía y Letras. La verdadera poesía no imita a la realidad: se funde con ella. Por eso Ulises Lima y Arturo Belano reviven al Realismo Visceral, la corriente a la que Rimbaud y Baudelaire hubieran aceptado pertenecer, la corriente que habla sobre la miseria de escribir, sobre la lucidez del sueño y la abstracción de mantenerse despierto.

A la poesía se le teme porque es honesta, porque habla de sentimientos, porque es el vacío intacto que rodea a la nada de los momentos imperdibles del hombre. Un poema honesto no habla de cualquier cosa, siempre habla de algo importante, de algo que puede encajar en lo simple y cotidiano, en lo mundano, en lo patético y en lo trivial, y que trasciende todas las cosas. Un poema es experiencia viva, la sangre de la memoria. Un poema es el centro de todas las cosas, la rosa que se deshace y permanece en nuestras manos. La brisa que se hace pájaro y hace un nido en nosotros.

Mario Santiago ardió en su propia luz, padeció la literatura y se ahogó en su cauce el 10 de enero de 1998, el mismo año en que se publicó Los Detectives Salvajes, novela de la cual no vio nada.  «Estoy escribiendo una novela donde tú te llamas Ulises Lima», fue lo que Bolaño alcanzó a decirle en una carta al bueno de Mario, que ya empezaba a repartirse por toda la memoria literaria que tiende al olvido.

La vida de Mario Santiago, como su poesía, tenía una salida: la muerte. Una vida sin caminos, sin horizontes, sin puertas; a la orilla de todo y al alcance de nada. Una poesía que latía en facturas, en boletos de bus, en servilletas, en libros mojados. Una vida que merecía ser vivida y padecida. «Yo soy el que se ha grabado en la espalda de la chamarra de mezclilla la frase:/ el núcleo de mi Sistema Solar es la Aventura», escribió en uno de sus poemas. Mario, un poeta que vio a la muerte mucho antes de nacer y que dedicó su vida a homenajearla.

Tal vez Mario es eternamente uno de esos libros fotocopiados, manoseados y arrugados que Arturo Belano pasea por toda la Ciudad de México. Tal vez Mario fue uno de esos buenos poemas que se echó la historia. Un poema novela o una novela río. Un poema que desborda honestidad.





Sobre el autor:


Matheus Kar (Guatemala, 1994), ha sido nombrado mención honorifica en el certamen Mi ciudad en 100 palabras, que organizó la municipalidad de Guatemala en 2014. Colabora en el evento literario Poetry Slam Guatemala. Formó parte del evento multidisciplinario Off Virtual Test.  Ganó el II Certamen Nacional de Narrativa y Poesía "Canto de Golondrinas" 2015. Mención honorifica en el certamen Cantos de Trova (2015). Premio Luis Cardoza y Aragón (2016), organizado en Antigua Guatemala. Premio Editorial Universitaria "Manuel José Arce" (2016). Ha formado parte de las antologías Frente al Silencio (Palo de Hormigo, 2014), Si la sangre fuera Ambrosía (Los Zopilotes, 2016), Cuentos Bien Trulis (Chuleta de Cerdo, 2016). Ha publicado Asubhã (poesía; Editorial Universitaria, 2016). 

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