sábado, 3 de septiembre de 2016

Literatura: Quimera (Relato)

Por: Henry Pantoja Castellanos

Sueño 1937
Salvador Dalí


Veo luciérnagas por todo el lugar. 

Una puerta que se abre para dejar pasar la oscuridad.
¿Qué ser humano ha tenido el placer de ver que la oscuridad invade a más oscuridad?
Las luciérnagas, ¿luciérnagas?

Apenas alcanzo a recordar que fue un término que tomé para referirme a los recuerdos, 
pero no
recuerdo el porqué justamente llamarlos como aquella lucecita voladora.
Todo es terror en esta habitación.

La oscuridad quiere opacar mis pensamientos, apenas recuerdo la luz.
Se oye el segundero del reloj,  resuena en mis oídos como disparos en la guerra.
 
Apenas recuerdo la apariencia de mi cuerpo, 
llevo días sin saber cómo es;
sólo sé que allí está y no falta ningún pedazo de él.
Algo lo bastante sólido y grande golpea mi cabeza.

Escucho risas, escucho una en particular. 
Por la oscuridad es como si los sonidos me miraran.
Un estruendo me sacude. 
Abro mis ojos y estoy amarrado a un madero sobre la pared.

Algo gotea por entre mis piernas. Me cuesta bajar la cabeza, algo la sostiene desde mi mentón. Y cuando al fin logro dirigir mis ojos lo suficientemente abajo, observo que hay una enorme abertura que va desde mi tórax, hasta mi pelvis. Noto que faltan algunos órganos y que algo parecido a unos intestinos cuelga. Pero yo sigo vivo, ¿por qué? Vuelvo a despertar y mi cabeza está abierta, parece un disparo de escopeta. Vuelvo a despertar (ya estoy cansado de soñar), intento pronunciar alguna palabra (no puedo recordar cuál, quizá sólo era un sonido), pero de inmediato despierto.

Veo luciérnagas, esta vez es una mujer que me dice algo pero no produce sonido alguno.
Estoy cansado de estas pesadillas, así que decido suicidarme. Tomo un cuchillo (no tengo idea de donde salió, esto es como una caricatura), y suavemente rebano mi garganta.

Despierto, y pienso… el mundo real es mucho más cruel que esto.


Barranquilla, Colombia, 2016

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