viernes, 21 de abril de 2017

Literatura:Tierra plana (cuento distópico)

Por: Aldo Raymundo Orwell

Estoy a tres días de mi ejecución, todo por enseñarles a mis alumnos que la tierra es redonda. Soy (o era) profesor de básica primaria de los grados 5-4 y 4-2 de la escuela Eisenhower. Llevé mi globo terráqueo para indicarles a los alumnos del 5-4 dónde se ubicaban los continentes. Creí que el rumor de asombro de los niños se debía a la belleza del juguete que llevé, pero Matilde Rengifo, esa niña sacada de anuncio de golosinas, me lo dejó claro.

¿Qué es eso? Dijo.

El globo terráqueo respondí, la representación de la Tierra...

¿Por qué es redondo si la Tierra es plana?

No, Matilde. La Tierra es redonda.

Ella replicó con voz áspera:

Mi mamá dice que la tierra es plana.

Los demás niños corearon que sí, que era plana. Sonreí y empecé a explicarles.

Al día siguiente el director Monsalve me llamó a su despacho. Al abrir la puerta sentí el peso del reproche no sólo de él , sino de los siete o más padres de familia que también estaban ahí.

Compson, tenemos un problema dijo Monsalve.

A los pocos minutos la migraña me apretaba los párpados. «Lo siento, no tengo tiempo para escuchar semejantes tonterías, debo dar mi clase», dije. El portazo que di ahogó el insulto del padre de Matilde: «¡Grosero!, es usted un retró...»

La carta de despido me la entregó Natalia, la secretaria de Monsalve. Dijo unas palabras cálidas y me dio la mano. Esa mismo día, en la tarde, fui a la Secretaría de Educación y puse mi queja. En la noche llegó la policía a mi casa y los agentes me golpearon y esposaron mientras otro leía mis derechos.

Usted se lo buscó, Compson dijo Monsalve, en la comisaría de las Mercedes. Le dije clarito en la carta que su salida evitaría esto, pero usted no me dejó opción. Ahora va a ser procesado por corrupción de menores e incitación al odio.

¿Usted me demandó?

No, fue el señor Rengifo. Apenas se enteró de su queja ante la Secretaría, puso la demanda. Trabaja en la fiscalía. Ese hombre está furioso. ¿En qué estaba pensando al enseñarles a los niños esas doctrinas que producen odio?

Felipe, mi abogado, logró sacarme y así pude atender el proceso en libertad. Me dijo:
Menos mal no te llevaron directo a la cárcel porque ahí sí no te habría sacado ni Houdini.
Esa metáfora es chambona dije—. Muy común.
Quentin, todo lenguaje es una metáfora chambona me replicó.

Luego me habló del escándalo que mi caso estaba provocando en las redes sociales. Así que apenas llegué a casa abrí el Facebook y, en efecto, era de lo que se hablaba en la ciudad. Conforme avanzaba el proceso, el escándalo se regaba por el planeta y yo le seguía el ruido por redes sociales.

El odio hacia mí era contundente.

Me dolía ver los foros de Facebook, pero la caja de comentarios con cada publicación que miraba, me atraía como la luz a los zancudos. Las publicaciones que frecuentaba con delirio eran los del diario El País, de España. Todos los días los columnistas me denigraban y los comentaristas me vapuleaban. Sin embargo, un par de gotas de bálsamo paliaron mis desvelos. Javier Marías y Manuel Rivas escribieron a mi favor, dos escritores que admiro mucho. Los insultos que recibió Marías me dolieron como si fueran para mí. A Rivas, cuyo artículo era Literatura al servicio de la libertad, no le dieron ni un 'like', ni un comentario; creo que no lo entendieron.

Otro autor que escribió en mi contra fue Arturo Pérez-Reverte. Mis otros detractores de El País, al menos me dieron las cachetadas con el guante blanco. Pérez-Reverte me dio con el bastón. En su artículo titulado «Si el planeta fuera redondo se llamaría redondeta y no planeta», no me bajó de «Hijoputa sudaca», «Sudaca retrógrado», «Intolerante sudaca», «Machista sudaca».

Para el día del juicio yo era una triste celebridad. Un enjambre de periodistas me asedió hasta la puerta de la sala, donde unos enormes oficiales de policía les bloquearon el paso. Entre los asistentes al juicio estaban Monsalve y varios padres de familia. La fiscal resultó ser la esposa de Rengifo. El juez Oqueda, según Felipe, era un hombre sabio, hermano de su profesor de la Facultad.

Yo quisiera olvidar el juicio, pero me asola el recuerdo terco del interrogatorio de la fiscal Rengifo. Esa mujer era una versión envejecida y rolliza de Matilde. Me preguntó que de dónde yo sacaba que la Tierra era redonda. Le dije que era una cosa sabida desde hacía mucho tiempo y que la ilustración propagó la idea y la reafirmó, por fin, el viaje espacial. La fiscal me escuchaba con una sonrisita sarcástica y unas miraditas al juez que parecían decir ¡Vaya locura la de este tipo! Luego sacó un pelota azul.

—Y si la Tierra es redonda —dijo, sosteniéndola en la palma de la mano izquierda—, ¿por qué la gente que vive por estas partes —tocaba con los dedos de su mano derecha los bordes de la pelota— no se cae al vacío?

—Por la gravedad.

La fiscal soltó la risa y fue como una piedrita que lanzara al estanque tranquilo, porque las ondas de risa se propagaron por toda la sala.

—Qué pena que no tengamos una nave espacial para comprobar que la Tierra es redonda...

Le dije que no era necesario, que bastaba ver la salida y el ocultamiento del sol; los barcos perdiéndose en el horizonte; la sombra de la tierra en los eclipses de luna; la posición de las estrellas en la medida que te desplazabas al norte o al sur... (Risas) La burla me obligó a sacar los nombres de Eratóstenes y de Fernando de Magallanes (más risas). Las palabras me dolían cuando pasaban por mi garganta árida. Alcancé a decir que, ¡por Dios!, miraran la luna y el sol, redondos ellos...

—¿Ellos? —me cortó la fiscal—. ¿Dijo «ellos»? ¿Por qué «ellos»? Si la luna es de género femenino y el sol una estrella, por lo tanto femenina también.

El silencio oscureció la sala. Lo rompió la fiscal:

—¡Machista! ¡Ahora se entiende! Ahora se entiende por qué este señor... Perdón, ¿cuál es su género?

—Soy hombre.

—Ah, ok. ¡Ahora se entiende por qué este señor se la pasa enseñándoles a nuestros niños doctrinas retrógradas como que la Tierra es redonda! Él, su señoría, no es más que un machista producto del patriarcado falocentrista que cree que la mujer, como la Tierra, es un ser diminuto al lado del sol, el macho luminoso. ¡Claro! Entonces para el macho la Tierra es una cosa redonda, con curvas, una cosa sexualizada que gira al rededor de él —puso la pelota en el suelo—. Mire, señor Compson, mire la pelota. ¿Ve cómo está quietecita? ¿Lo ve? ¿Sabe por qué no se mueve? Eso es porque la Tierra es plana. Plana. ¡Plana! Pla-na.

No hay pena de muerte en mi país, pero la presión mediática llevó al presidente Gustavo Petróvich a pedir al congreso poderes especiales para darme la pena capital, por fusilamiento, sin derecho a la apelación. Felipe me dijo que hay activistas que piden la silla eléctrica o la inyección letal, porque los fusiles son símbolos fálicos del patriarcado.

Ojalá me den la inyección letal, dije. Sería como dormir, ¿no? Dormir para despertar de esta pesadilla.

1 comentario:

  1. Está demostrado Zien-TífiKamente que si los barcos se OCULTAN en el horizonte al ojo humano, es porque la teoría HELIOCÉNTRICA promulgada por el SATÁNICO-MASÓN-JESUÍTA COPÉRNICO... es cierta😏=>https://t.me/supercontagiadores/12734

    Para salir de tu paranoia, empieza por reconocer tu autoengaño.

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