jueves, 6 de abril de 2017

Poesía: Nadie aquí (el hombre más solo)

Por: Norma Barroso

Mikael Bourgouin


Siete gotas de sudor acompañan
 mi peregrinar dentro del barro,
hundido hasta las rodillas
en mis talones del tártaro caricias
por los labios de demonios alados.
Nacido en un mes lluvioso
el agua derritió mis párpados
nacido sin indicios de poseer ojos
pero ciego, nunca jamás fui
al contrario, puedo ver,
que no hay nadie aquí.


De las luces multicolores crueles
que azotan mis trágicas mejillas,
del murmullo de la marcha fúnebre
que orquestan los insípidos payasos
de las risas tiernas de los ancianos
la incredulidad necia de los niños
los hondos bostezos de los simios;
del canto amargo de los leones
el viejo mago incendiando flores
o el río de aplausos desbordado
de todos ellos puedo ver
que estoy solo, yo aquí.


A veces, recorriendo las calles
de esta gran ciudad de espejos
 mi rostro golpea las aves,
mi rostro reventado en los azulejos
mi agónico rostro, también es tu rostro
mi rostro, en el reflejo de otros rostros
llevan a cuestas sus propias tristezas
todos ellos perturbados, iguales a mí
mas ninguno es yo mismo, 
sólo vanales deseos de mirarme 
en el cimiento de otros suspiros;
bien sé, que estoy solo aquí.


Silencio...


Y luego el eco de la penumbra me rodea
en medio del gris y salvaje desierto,
destellos de estrellas latiguean
mis encorvados muslos abatidos,
besando tumores de mi rostro aflijido
la borracha luna sonríe siniestra
en lo negro del aire, mi negra silueta,
las voces de plácidas luces fugaces
rumores helados, espectros de farolas
me colman y hieren, me aman distante
perpetua fantasía tu presencia senil
Estoy solo yo sin ti.

 No, no hay nadie aquí.



https://youtu.be/I4UWQnzuRg8

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