Por: Silvia Villarespe
Quién será tan ingenuo para ignorar la furia que sobrelleva el silencio,
cuando el mundo infértil de mi lengua, prefiere guardarse los sonidos.
Soy más grande, tan inmenso, que no necesito nada más.
Ya no hay lamentos perdidos en esta dimensión a la que no pertenezco.
Un día hallé el fondo de tu mirada y regresé a mi espacio.
Creo que ese día morí como lo he hecho tantas otras veces.
Me encuentro aquí en la totalidad misma de mi silencio,
infinidad de voces recorren mi pensamiento,
entre ellas está la tuya; todas las palabras pronunciadas,
todas las risas, tristezas, e ironías las llevo encerradas,
están guardadas celosamente en los tiempos de mi silencio
No necesito nada más que regresar a mi espacio.
Unirme al todo y nada de esa mirada perdida que una vez me pensó.
Te evoco en cada respiro, minuto y segundo del día.
Déjenme vivir en el silencio; no me desaten de la soledad.
No me busquen, no me recuerden, no vuelvan a nombrarme,
no quiero nada más
En él hallé y perdí todo,
y en él me quiero quedar
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