El antagonista por excelencia de la música pop
mexicana, vuelve en un disco que ametralla los sentidos con la característica
nostalgia e irreverencia que lo identifica. Armando Jiménez —mejor conocido como Armando Palomas, cuya
trayectoria abarca un cuarto de siglo y miles de kilómetros por la libre— presenta su nuevo (y quizá último) material
titulado “Bar Pesadilla”; un disco que hace su primera gala nada menos que en
el Lunario del Auditorio Nacional. Con un sold out y artistas invitados de la
talla de José Cruz y Big Javy, deja en claro que su música ya puede ser
considerada como ‘de culto’.
El disco inicia con la poesía de Israel Miranda. Las
pentatónicas de blues no se hacen esperar y la aguardentosa voz de Palomas aparece
con la frase: “Ayer estuve a punto de estrellar mis huesos en la carretera…”; sensata
letra que, conforme avanza la canción, te sumerge en la intimidad de sus
versos. Un punto que vale la pena destacar de este material es el recurso
poético utilizado y que, aunque ya empleado ocasionalmente desde hace algunos
años atrás, es en ésta primera ocasión que el público lo recibe con los brazos
abiertos. Otro interesante acierto más es ese pequeño auto-homenaje que entre
líneas hace a su propia discografía al introducir elementos de discos pasados,
como lo son la utilización de una grabadora de llamadas y el uso de batería e
instrumentos eléctricos. No obstante, la cereza que corona este pastel, es la
lírica pesimista y repleta de simbolismos que dignifica la personalidad del escribiente maldoso, del charro atrabancado que hoy por hoy es
uno de los máximos referentes en la escena underground mexicana y que —esperamos— dure muchos años más deleitándonos con su música y
talento.
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