Los poetas, amor mío
Raúl Gómez Jattin
Los poetas, amor mío, son
Unos hombres horribles, unos
Monstruos de soledad, evítalos
Siempre, comenzando por mí.
Los poetas, amor mío, son
Para leerlos. Mas no hagas caso
A lo que hagan en sus vidas.
A Angie.
Unos hombres horribles, unos
Monstruos de soledad, evítalos
Siempre, comenzando por mí.
Los poetas, amor mío, son
Para leerlos. Mas no hagas caso
A lo que hagan en sus vidas.
A Angie.
Te dejas engañar de un par de poemas que me costaron tiempo e
imaginación escribir.
Te dejas engañar de unas lóbregas sonrisas que no son más que muecas en la boca de
un taciturno.
Te dejas engañar, amor mío, de un solitario escribidor de malas
andanzas.
Te dejas engañar de besos que te di
Te dejas engañar de besos que te di
bajo la noche que nos miraba
y nos aconsejaba
continuar por ese callejón sin salida.
y nos aconsejaba
continuar por ese callejón sin salida.
Del beso que te planté en la mejilla mientras te amarrabas a mi cintura.
De la sangre que recorre hasta mi pecho y te dice que te quiere a ti.
Te dejas engañar de unas anécdotas mal contadas.
Y de las miradas que clavo en tu rostro sin vacilación.
Y me pregunto, ¿acaso has notado mi pupila dilatarse?
¿Acaso has sentido mi corazón salirse?
Yo creo que no.
Porque no has puesto tus grandes perlas sobre mi trémula boca.
Y lo digo sin pudor ni pena alguna:
Te dejas engañar.
Te dejas engañar.
Te dejas engañar de quien no te lo dice todo
y al contrario omite hasta la más profunda emoción.
No pretendo hacerte sentir mal.
Quiero hacerte saber que, si te engañé, fue en alabanzas a la verdad que
oculto.
Te dejas engañar, claro que sí. Porque hay más para mostrar y decir.
Te dejas engañar porque lo que te ofrezco
no es ni una pizca
de lo que guardo para ti.
no es ni una pizca
de lo que guardo para ti.
Te dejas engañar, dulce amapola, de quien no ve más verdad...
que tu rostro.
que tu rostro.
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