miércoles, 22 de febrero de 2017

Poesía: Llegará nuestro turno

Por: Antonio G.


Edvard Munch "Skrik" - 1893




Te juro que muero cuando me despierto,
cuando abro los ojos y veo esto...
Lo he entendido hoy;
tal vez fue el amanecer
o la noche, que sí tenía estrellas.

No sabría decir de dónde vino
esta confesión tan dura,
este secreto tan guardado, tan verdadero;
este sollozo del viento
este lamento del aire.

Como un quejido del mundo
de la misma tierra un murmullo
que se parte, que llora con cada pisada,
me llegó este grito
que me hizo trizas el alma,
que me volvió de arena los huesos,
que detuvo la sangre.

Llegó la voz y dijo
que no pertenecemos aquí;
en realidad, a ninguna parte.
Llegamos como acto de amor
o el error de una noche,
y sin embargo, nos creemos tantas cosas.

Llegó el murmullo así
recalando en el alma para aclararme
que no vamos a ningún lado
que nadie nos dirige
que somos un barco sin timón;
aunque quizá tampoco haya barco,
ni agua, ni mar,
y estemos en un vacío enorme
oscuro, envolvente.

Quizá sean estas palabras
el reflejo de ese lamento,
de ese quejido;
quizá no sean nada,
porque nunca hubo nada;
ahora tampoco lo hay.

Mañana será exactamente igual,
con las mismas risas de fondo
el mismo amanecer de hace un mes;
repetido, como todo, como la noche
como estas palabras tan muertas,
tan efímeras como la vida, como el parpadeo;
no hay nada.

Hoy me lo dijo:
nada justifica tu estancia en este lugar,
ni tu amor, ni tus ganas de dejar algo.
Porque el mismo mundo nos mata lentamente,
somos conejillos de indias tratando de salvarnos,
pero estamos en la caja
esperando a que nos tomen,
comiendo, disfrutando del alimento
sin embargo
un
día
llegará
nuestro
turno.



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