Es la nación con menos corrupción en el mundo
y el más limpio —leía en voz alta un anciano el periódico en la banca de un
parque. Se acabó el narcotráfico, dos años sin asesinatos, cero feminicidios
en lo que va del sexenio, total libertad de expresión, los políticos
deshonestos han sido capturados y encarcelados, se ha invertido más en
educación… Bueno, supongo que vamos avanzando paulatinamente —se comentó a sí mismo.
—Otra cosa, Fermín —le dijo su compañero de
banca. No es por desearle el mal a nadie, pero escuché en las noticias que el
expresidente se accidentó junto a su sequito de gobernadores ratas mientras huían
en un helicóptero.
—¿Y qué le pasó a esa bola de lacras, Paco?
—Cayeron a un pantano… ya tenían varios años
escapando de la justicia.
—¿Sobrevivieron al accidente?
—La libraron —dijo Paco—. Sin embargo, al
salir del helicóptero fueron devorados por cocodrilos gigantes.
—Dios los tenga en su santa gloria, y que él
los perdone, porque el pueblo jamás.
Fermín dio una chupada a su churro de mota y
con los ojos entrecerrados dijo:
—Pura caca de chango. —Carraspeó—. Desde que la legalizaron ya no me duelen las
rodillas.
—Pinche mariguano.
De pronto se escuchó música reggaetón a alto
volumen.
—¿Qué es esa porquería? —preguntó Paco.
—Relájate, hombre. Con esa bazofia castigan a
los niños en la escuela por tirar basura en el patio.
—Me imagino que no lo volverán a hacer… pobres
chavales.
Mientras tanto, un pequeño dominaba con gran
habilidad un balón enfrente de los dos viejos.
—Oye niño —gritó Fermín—, ¿quién ganó el
mundial de futbol ayer?
—México le ganó a Alemania por tres tantos a
cero, señor.
Paco sonrió ligeramente y dijo:
—Bueno, no me gusta el futbol, pero quizás sea
una buena noticia.
—Hora de irnos —dijo Fermín. Tenemos que ir a
la playa a tomar el sol.
Los dos ancianos suspiraron tranquilamente sabedores de su buena salud y de sus magníficas pensiones después de haber trabajado muchos años de manera honorable.
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