lunes, 9 de octubre de 2017

Artes Plásticas: La sinfonía de colores de Kandinsky

Por: Arisbeth y Uriel Delac


Vasili Kandinsky - Yellow red & blue - 1925


I. Un coro de colores

Vasily Kandinsky - Fotografía - 1933
Isbas e iglesias moscovitas son los escenarios que lo inspiraron. En la que es la más concida de las fotos de Vasily Kandinsky, el célebre pintor ruso pareciera más un director de orquesta instantes antes de iniciar sus movimientos de ataque: rostro concentrado y tenso, ojos fijos sobre los profesores de la orquesta y, entre los primeros dedos de la mano derecha, a modo de batuta mágica, el pincel. La figura es perfecta y se parece también a la de un aristócrata porque Kandinsky era elegante de forma natural, acaso porque su bisabuela era una princesa mongol. Ciertamente, esto no basta para desarrollar nuestro tema, pero es útil para darse cuenta enseguida de que nos la vemos con un artista exacto y vibrante, refinado y original, geométricamente musical; el cual cree en aquello que hace y no admite la más mínima distracción ni al ejecutor, ni al espectador porque para Kandinsky pintar era un acto sagrado. Teniendo este divino concepto del arte, afirmaba: Durante años y años he tratado que los espectadores paseasen por mis lienzos, pues quería obligarles a olvidarse de sí mismos y desaparecer allí dentro. Pienso que a veces lo he conseguido; me doy cuenta cada vez que lo logro.

Tarjeta postal de Franz Marc para Kandinsky (1913)
Para completar el cuadro exterior de su imágen útil tenemos, por fin, un fragmento de la carta que escribió el primero de septiembre de 1911 August Macke a su amigo el pintor Franz Marc, en la que dice de Kandinsky: De lo largo de su persona emana una especie de maravillosa radiación. Es un romántico, un soñador, un visionario y un cantamañanas. Pero lo que cuenta es el resto: está lleno de vida, de una vida sin límites. Sus fantasías no son vanas, porque rezuman vitalidad. Sus audaces caballeros son el blasón suspendido ante su habitación, pero no es tan solo en las rocas, las fortalezas o el mar donde se siente su espíritu incontenible. En todos los ángulos, en el amarillo, en una rosa, encontramos también la infinita delicadeza, la pastoral, el paso ligero apenas insinuado de las damas rococó. Parece el zumbido de millones de abejas con acompañamiento de un acorde de clavicémbalo dado con la infinita dulzura de un cordero. Un fragmento un poco exaltado, pero significativo.

Interior de una Iglesia ortodoxa rusa en Moscú
Vasily Kandinsky había nacido un 4 de diciembre de 1886, de madre bellísima y padre funcionario. Además conocía muy bien la música, pues la había empezado a estudiar cuando niño como era norma en las familias rusas de clase acomodada de fines del ochocientos. Pero todo esto no habría bastado para sostener que su abstraccionismo místico hubiese surgido gracias a ese encuentro, como tampoco del descubrimiento de la música religiosa y popular en iglesias e isbas. Si bien iglesia quería decir también música sublime para el jóven estudiante (imaginemos con qué atención habrá escuchado las magníficas composiciones litúrgicas), lo mismo puede decirse de la isba, entendida como crisol de la tradición popular con su salmodia interior, con sus íconos y con sus hermosas melodías. Cierto, estos encuentros habrían suministrado sugerimientos folclorísticos que, aunque preciosos, no le hubieran bastado si no primero profundiza como auténtico pensador y teórico que era, a veces bastante difícil y complicado, a fin de configurar y definir reales consonancias entre las artes figurativas y el lenguaje musical.
Vasily Kandinsky - The Ludwigskirche In Munich - 1908
Es un hecho que aquellas "composiciones de lugar" fueron para él sugerentes y germinativas, tal y como contaría
en su libro Kandinsky y yo Nina, su esposa: El padre de Vasily, por su parte, no perdió ninguna ocasión para enriquecer la cultura de su hijo. En el curso de sus estancias en Moscú visitaron las inumerables iglesias de la ciudad. Cuando enumeraba sus antiquísimos nombres, el niño le escuchaba lleno de atención. En aquellas ocasiones Kandinsky descubrió los mosaicos y los íconos y aprendió a admirarlos y a considerarlos las raíces de su propia comprensión artística, profundamente anclada en la base de la cultura rusa.

Claude Monet - Pajares - 1891
Después de haberse graduado en Leyes, Kandinsky aceptó realizar una encuesta sobre criminalidad en la provincia de Vologda, en lo que fue una experiencia memorable y determinate para su obra. Al respecto, diría: No olvidaré nunca las grandes casas de madera recubiertas de inscripciones. En estas casas maravillos he vivido una experiencia que no se ha repetido desde entonces. Ellas me enseñaban a moverme en el cuadro, a vivir en él... Cuando entraba en la habitación me sentía rodeado de toda la pintura, en la cual sentía haber penetrado.
Vasily Kandinsky - Improvisación 31 . 1913
Esa sensación de entrar en el cuadro, de moverse en él, era en Vasily la base del nacimiento del abstraccionismo pictórico, que llegará a definir la pintura como el coro de los colores y que él intentaba fijar sobre tela ya desde sus primeras tentativas. Pero también encontró en la música fuerzas propulsoras del todo nuevas, pues fue durante una representación del Lohengrin de Wagner, a la cual asistió después de haber visitado en Moscú una exposición de impresionistas franceses 
―entre ellos Monet y su cuadro Pajares, que encontró ese empuje hacia la abstracción. Correspondientemente, escribe: Me preguntaba por qué un pintor no puede actuar de modo distinto a Monet, pintando libremente, sin ninguna constricción por parte del objeto, puesto que es lo que hizo Wagner al componer tan monumental obra de arte. Para mí, el arte no volverá a ser el mismo, pues hay un antes y un después de Wagner, así en la música, como en la poesía, que en la pintura y en fin, en todo lo que el hombre pueda entender como creación: su creación.

Representación de Lohengrin de Wagner en el Teatro de Bayreuth
Kandinsky fue a ver dicha ópera después de haber visto en Moscú un amanecer que le pareció extraordinario: Y he aquí anotóque Lohengrin me pareció una realización perfecta. Los bajos y especialmente los instrumentos de viento encarnaron para mí toda esa fuerza de la aurora que presencié en Moscú. Vi con la mente todos los colores, pues estaban no sólo en mis oídos, sino también frente a mis ojos. No exagero al decir que Wagner había pintado musicalmente mi obra aún antes que existiera.
Vasily Kandinsky - Around the circle - 1940
Tampoco cuando digo que el arte en general fue reinventado por él. Ahora estoy convencido que la pintura esta también en condiciones de desarrollar fuerzas no inferiores a las de la música. Escribiría luego Nina: Este pensamiento no le dejó un instante de descanso, le torturó en el sentido literal del término. Durante diez años tomó apuntes sobre este argumento hasta lograr escribir 'Lo espiritual en el arte', que contiene el conjunto de sus reflexiones sobre la abstracción. Así pues y por tanto, iglesia e íconos, pueblo, canciones y Wagner son en realidad la verdadera fuente del abstraccionismo, o mejor, de la pintura de Vasily Kandinsky.


 II. Un arte que tiende a lo abstracto

Kandinsky y Schönberg con sus respectivas esposas
Nilo Pucci ha escrito en su libro sobre Kandinsky: Sus escritos no se refieren directamente a problemas musicales, sobre los que Vasily no escribió nunca. Sin embargo, puede decirse que no hay una sola página en ellos en que no aparezca la música o que no represente la relación entre hipogeo y mito estructural. Y en efecto, la música representó para Kandinsky el arte por naturaleza, sin que esto quiera decir que considerara que la pintura debía estar sujeta a la condición de la música. La frecuentación de los clásicos, de Musorgsky, de Scriabin, de Schoenberg, los estudios desde la infancia (piano y violoncello), testimonian su interés por la música que, observados en conjunto, revelan sobre todo la imprensionante concordancia de sus investigaciones con las de la cultura más avanzada de su tiempo en torno a los puntos nodales de la cultura del novecientos. Sus indagaciones sobre los valores tonales de los colores y las resonancias armónicas que cada uno es capaz de suscitar, recuerdan de cerca esa maravillosa disolución tonal en los acordes del Tristán e Isolda wagneriano, pero también la Klangfarbenmelodie de Schoenberg, o lienzos como Fuga en rojo (1923) de Paul Klee.

Vasily Kandinsky - Im Blau - 1925
Con lo indicado hasta ahora, es posible conceptualizar esa especie de matrimonio místico entre música y pintura que se precisó y consumó en el psiquismo del gran maestro ruso. Un poético encuentro al cual contribuyó su admiración por la Gesamtkunstwerk (u obra de arte total) de Wagner y la gran amistad con Arnold Schoenberg, interrumpida enseguida por las trapacerías de Alma Mahler, quien propaló a los cuatro vientos que Kandinsky era antijudío. No obstante, la amistad se reanudaría posteriormente, convencido el músico vienés de que todo era una calumnia. Es un hecho que el entendimiento artístico entre ambos era muy grande y, aunque nada autoriza a ver en las pinturas del ruso música figurada, ni imágenes pictóricas en la música de Schoenberg, lo cierto es que una pareciera ser condicionante de la otra: como si entre ambas manifestaciones existiesen vasos comunicantes invisibles de índole inconciente.


Arnold Schoenberg - Der Rote Blick - 1910
Respecto al músico vienés creador del dodecafonismo, un aspecto poco estudiado de su vida, al extremo de haber sido ignorado por sus biógrafos, es la gran importancia que tuvo en su juventud el impulso de pintar. A tales límites llegaron sus deseos de expresar su sensibilidad artística por medio del pincel, que sus dudas respecto a la orientación de su vida se asemejan enormemente a las ya examinadas en Kandinsky. Sólo que los canalizó hacia la música, dejando la pintura como entretenimiento, mientras que en Vasili la cosa funcionó al revés. Sin embargo, es justo también decirlo, la pintura de Schoenberg tiene características bastante interesantes. En su mayoría son retratos, con una repetición constante de modelos (sobre todo familiares y amigos), pero también bodegones y paisajes. La tendencia general es un expresionismo suave, de apariencia trasnochada y perfume demodé, muy semejante al clima en que se movieron sus primeras obras post-wagnerianas y que se trasluce en su obra capital: Pierrot Lunaire. En efecto, la poesía decadente, simbolista, tan rica en imágenes sugerentes cuando Pierrot canta a la luna en francés, recuerda enormemente los circos de colores de la pintura de Kandinsky en su barroca grandielocuencia; pero también está visible en la singular paleta pictórica del músico, presente en los abigarrados vestidos de sus modelos femeninas, casi siempre en tonos desvaídos y difuminados.



Vasily Kandinsky - Improvisación 30 - 1913

3 comentarios:

  1. Buenas, buenas. Sé que es un blog que hacen varios, pero paso por aquí porque los nominé a un book tag, por si desean responder: https://ellectordemacondo.blogspot.com/2017/10/book-tag-liebster-award.html

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    1. Ya respondimos! Muchas, pero muchas gracias Jorge!

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    2. Y por supuesto, gracias a El Lector de Macondo y ya lo empezamos a seguir.

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