martes, 3 de octubre de 2017

Poesía: Tu cuerpo desnudo

Por: Jesus Edard Stark


Sirena y atardecer - Marco Busoni


Tu cuerpo desnudo bajo las sábanas,
dormido, callado, cayendo en el pozo del sueño,
cayendo despacio entre sombras y sueños,
sin paracaídas ni sombrillas mágicas, sin alfombras voladoras,
planeando entre los ojos y dientes del remordimiento.

Cuchillos y tu cuerpo, voces, fantasmas,
el desfile es la locura, la locura suicida
con dedos transformados en horcas y navajas,
la locura psicotrópica con visiones oníricas,
inenarrables,
dejando de lado los huesos y los árboles,
la locura reina de la primavera,
de vestidos corrientes y chillones,
en su carro calabaza agitando sus manos a la concurrencia.

Caída de mil sueños en el plato de sopa, salpica el mantel de la abuela,
que rezuma saliva por la afrenta, niño-niña en su alta y asfixiante silla,
emerge del suelo en torbellinos de gritos y pucheros,
berrinches de mil colores.

Boca abajo tu cuerpo navega hacia el rumbo de otros pasos,
sola, te gritas en tu padre, que se fue como en un sueño,
se fue y te retiras de ti misma para dejarte sola,
sin saber a dónde te largaste, con quién y a qué hora,
tras los pasos de tu cuerpo o tras los pensamientos de tu sexo.

De cara al cielo vuelas dentro de un globo azul,
alguien te metió en un globo azul,
te llevan de paseo, te muestran a los curiosos,
cientos de miradas te apuntan y te queman,
el circo de los fenómenos, y te confundes,
no sabes, vez rostros deformes:
la niña araña, el hombre elefante,
la mujer barbuda, y tú,
la mujer más pequeña de la tierra.

Tu cabeza gira hacia el sur y presientes la selva,
el aplastante color verde que te arrastra,
te envuelve, te sofoca.
Eres ave y serpiente, no sabes si volar o arrastrarte.

Retrocedes y abres lo ojos un instante,
el sueño te golpea y brincas bajo las sábanas,
qué es lo que aferra tu mano,
ah, sólo una pluma, un barco de papel sin timón ni capitán,
una muñeca vieja y destripada, una pelota roja, desinflada.

Ojos cerrados, cansados, perdidos en la bruma,
en luces que bailan, suben, giran, se van alejando,
se alejan, se alejan y duermes, duermes y sueñas
que las luces son alas, alas de avispas,
alas de dragones pegadas a tu espalda,
vuelas y subes, bajas, te columpias en el aire,
como en un juego de niños, donde te imaginabas volar
soltando la cadena, la cuerda, la vida.
El instante perfecto.

Tus brazos giran hacia el norte, la serpiente gira hacia el norte,
no sabes, nadie sabe, dónde, cómo, por qué los pasos
nacieron en el norte, por qué del abandono,
por qué el destierro, dónde se perdió la cuna, la raíz, el Aztlán.

Te abrazas las rodillas, gimes, lloras sin lágrimas,
lloras el sueño, en el sueño lloras,
te aflige la ausencia, su ausencia, mi ausencia,
el recuerdo es quimera, recuerdos de voces,
de brazos, miradas de un ser, ausente,
perdido, inexistente.

La luna se deshace, el polvo del tiempo cae sobre tu rostro,
brilla en tus mejillas, llega a tus sueños.
¿Es esa la luna?
La luna es piedra, es la piedra amarrada a tu cuello,
arrastrándote a la noche, hundiéndote en la noche,
ahogándote.
 
Deja en tu rostro la marca del olvido,
estigma legendario que persigue tu origen,
signo del prófugo, del desterrado;
la piel negra de la oveja y la sangre en la boca de los malditos.

Tus ojos miran hacia el oeste, donde la niebla es piel y huesos,
se perdieron las formas, prevalece el intento.
Sin manos te buscas en la memoria, buscas la causa de tu derrota,
buscas fuera de ti al devorador de almas, al mago oscuro
que penetró tu pecho con la espina del tedio.

Otro salto en la cama, el frio se cuela entre tus piernas,
desliza su esencia por tu sexo cansado,
mil agujas laceran tus muslos e inquieta, incomprensiblemente,
reniegas, gimes, maldices.
Las sabanas son hielo, marea blanca que se quiebra en tu piel,
gélidas aguas que de noche te invaden y torturan.

Tus pies se encaminan al este, la casa de San Juan
con sus columnas blancas, te llama,
reclama tus manos para madurar la piedra,
reclama tus dedos como cinceles para destrozar murallas,
mas la duda ancla tu pensamiento, globos azules, sábanas frías,
recuerdos, piedras quiebran el ritmo de tus pasos.

Dando traspiés avanzas el sueño,
las horas menudas en tus ojos te abrazan,
te alejan de tus miedos, completamente cubierta,
tus pies no salen debajo de las sábanas,
tu padre no te deja sacar los pies de las sábanas,
el miedo infantil, con el diablo debajo de la cama,
las brujas buscando tu piel, los fantasmas jalándote de los pies.

Frío y miedos cabalgan sobre tus recuerdos
la noche amiga del frío,
la noche amante de tus miedos,
la noche que llega cada noche
para darte una pequeña parte de tus miedos.

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