domingo, 20 de enero de 2019

Artes Plásticas: Sobre la exposición "Las Furias", de Germán Valles Fernández (reseña)

Por: Luis Alejandro Ortiz

DONDE NUESTROS RETRATOS CONVERGEN
(Sobre la exposición del artista duranguense Germán Valles, llevada a cabo en el museo 'Guillermo Ceniceros' de la ciudad de Durango, México)

(Megara, óleo sobre tela)

Por un ojal de nubes entre el que se cuela el último rayo de sol (y tal vez el primero de Venus), emergen Las furias. Buscan restablecer el orden perdido, traen consigo el orden mundial y vienen en son de paz a la Tierra, para castigo de los pecadores. ¿Pero es que ellas se libran de este caos? ¿Acaso no son también sangre de Urano dispersa en la Tierra, y por eso llevan serpientes por cabello y látigos en las manos? 

(Medusa)
Mientras vigilan, a lo lejos parece arreciar una lluvia de pétalos que plácidos caen en la Tierra. Pero esto es mentira, pues nunca han llovido pétalos ni aún en las más intensas historias de amor. Incluso hay quien cree que duerme bajo el influjo del perfume de jóvenes rosas, pero lo cierto es que son flores de ilusión: un engaño fulminante como los ojos infinitamente negros de Medusa.  

(Tisífone)
Sin embargo, tras el tumulto de la incertidumbre surge una furia mayor, aquella que nace de la noche y es obra de un pintor cuyo pincel refleja el pecado de las doncellas justicieras. Por eso están calladas, mientras son retratadas en el auto sacramental del silencio y capturadas al desnudo dentro de sus fosas interminables simulando bestias sangrantes. En palabras de Octavio Paz, como:
 Un cuerpo, un cuerpo solo, un sólo cuerpo
un cuerpo como día derramado
y noche devorada. 

(Mentiras)
No obstante, en el acto de la vergüenza se muestran altivas, mirando acaso piadosamente al pintor, pero sin compasión por la Tierra de la cual han nacido. ¿Cómo pintar entonces a Las furias? ¿Podrá el artista acceder hasta donde se encuentran? Tal vez, pero para lograrlo tendrá que sacrificarse primero y cual Cristo emerger hasta encontrarse cara a cara con ellas, engañarlas hasta lograr su cometido y capturarlas justo cuando a él se acerquen para reclamarle por sus pecados. ¿El pecado mayor? Retratarlas cual pintor furtivo que ha viajado hasta las nubes para cazar a las féminas y las ha encontrado acurrucadas, como hienas en su madriguera a los márgenes de la lluvia. 

(El triunfo de la muerte)
Más a pesar de todo, hay algo en Las furias suplicando ser miradas para que después de tantos años sepamos en realidad quiénes son, pues también han nacido de la Tierra y por ello son parte de nosotros mismos como lo es Dios con el todo. Con voz lejana, nos insinúan que aún hay belleza en su incesante crueldad. Así que ¡mirémoslas pues, porque ellas están destinadas para castigar! 

¿Acaso tendremos en nuestra humanidad rasgos cual rumores que nos asemejen a ellas? Indudablemente, pues también aquí en la Tierra hay quien muere dentro de su muerte y nada le alcanza para cubrir su dolor: una muerte que nace y vive en el más absoluto de los silencios. 

(La historia)
Así, mientras quien la sufre gime y llora quedito, nos preguntamos: ¿qué pecado ha cometido, que no hallamos cometido nosotros? ¿Acaso nos tocará el mismo dolor el día en que la muerte emerja del confín en el que estan nuestros corazones, cuando no hemos cometido pecado alguno tan grave? No lo sabemos, pero por mientras las furias prefieren guardar silencio, no hablar del por qué de los pecados y mucho menos de los castigos. En consecuencia, decidimos callar debajo de una sombra infinita de indiferencia, entregados al tiempo y resignados a lo que las justicieras dispongan hacer con nosotros. 

(Alecto)
Cada quien vive con una furia interna, con una furia innata que le otorga la consciencia. Más a pesar de todo, cualquier acto está siempre siendo vigilado por nosotros mismos. Por si fuera poco, el tiempo se desvanece en nuestras manos para culparnos repetidamente por lo que hacemos, remitiéndonos una y otra vez a esa voz interior retratada por Kafka: 
¿Quién de nosotros se siente libre de decir: ¡Yo soy de mí, y de nadie más!?
¿Cuál es la garganta que no es profana, y que de cuyo interior emergen palabras tibias y claras, libres de ataduras? 

 O bien, en palabras de Sartre:  
Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros.

(Ethón)
Pero no caigamos en la trampa: estas mujeres no se esconden, más por el contrario, sonríen siniestras. Y no es para menos porque en su interior llevan también su propia furia, su propio castigo. Pero ¿quiénes somos nosotros para señalarlas, si llevamos a cuestas la misma Cruz?

Aquí están Las furias de Germán Valles y así quedarán: obsequiadas al tiempo y a las luces que se dignen reflejarlas. En ese eterno ciclo en donde aquellas crueles mujeres —féminas en las que todos nosotros nos miramos, como acusadores uno del otro— han sido retratadas por uno que ha expiado todas sus culpas y pecados en un lienzo y que desde afuera se atreve a pintarlas.

Citando a André Malraux:  
La cultura es lo que, en la muerte, continúa siendo vida. 

¿Y Las furias? Permanecen impávidas, eternas, pues ellas nacen cada noche, acunadas por la luna, en sus tiernos y delicados lechos de veneno.


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Sobre el autor: Luis Alejandro Ortiz Rodarte, nacido en 2001 en Durango, es un joven escritor que se ha dedicado principalmente a la narrativa y al cuento. En 2012 fue ganador del Concurso Estatal de Cuento en Durango “Erase que se era, mi medio ambiente”, categoría primaria.  En 2016, como parte de un proyecto interno en conjunto con la Universidad Tecmilenio, publicó una antología de 12 cuentos titulada “Los días de los quietos". En 2017 fue acreedor de una certificación por la Universidad de Edimburgo en el taller y curso en línea “Introducción a la filosofía”. En diciembre de ese mismo año, su cuento “La escalera” fue publicado por la Revista Literaria "Monolito". En 2018 escribió varias reseñas y semblanzas sobre la obra del artista duranguense Germán Valles Fernández. Actualmente es miembro de la Sociedad de Escritores de Durango, y colabora con textos en la plataforma digital “El Blog de la Tertulia Literaria”, además de fungir como redactor publicitario para la agencia "Instart Durango".



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