Por: Luis Alejandro Ortiz
DONDE NUESTROS RETRATOS CONVERGEN
(Sobre la exposición del artista duranguense Germán Valles, llevada a cabo en el museo 'Guillermo Ceniceros' de la ciudad de Durango, México)
Por un ojal de nubes entre el que se cuela el último rayo de sol (y tal vez el primero de Venus), emergen Las furias. Buscan restablecer el orden perdido, traen consigo el orden mundial y vienen en son de paz a la Tierra, para castigo de los pecadores.
(Medusa) |
(Tisífone) |
Un cuerpo, un cuerpo solo, un sólo
cuerpo
un cuerpo como día derramado
y noche devorada.
(Mentiras) |
(El triunfo de la muerte) |
¿Acaso tendremos en nuestra humanidad rasgos cual rumores que nos
asemejen a ellas? Indudablemente, pues también aquí en la Tierra hay quien
muere dentro de su muerte y nada le alcanza para cubrir su dolor: una muerte que nace y vive en el más absoluto de los silencios.
Así, mientras quien la sufre gime y llora quedito, nos preguntamos: ¿qué
pecado ha cometido, que no hallamos cometido nosotros? ¿Acaso nos tocará el mismo dolor el día en que la muerte emerja
del confín en el que estan nuestros corazones, cuando no hemos cometido pecado alguno tan
grave? No lo sabemos, pero por mientras las furias prefieren guardar silencio, no hablar del por qué
de los pecados y mucho menos de los castigos. En consecuencia, decidimos callar debajo
de una sombra infinita de indiferencia, entregados al tiempo y resignados a lo que las
justicieras dispongan hacer con nosotros.
Cada quien vive con una furia interna, con una furia
innata que le otorga la consciencia. Más a pesar de todo, cualquier acto está siempre siendo vigilado por nosotros
mismos. Por si fuera poco, el tiempo se desvanece en nuestras manos para culparnos
repetidamente por lo que hacemos, remitiéndonos una y otra vez a esa voz interior retratada por Kafka:
(La historia) |
(Alecto) |
¿Quién de nosotros se siente libre de decir: ¡Yo soy
de mí, y de nadie más!?
¿Cuál es la garganta que no es profana, y que de cuyo
interior emergen palabras tibias y claras, libres de ataduras?
O bien, en palabras de Sartre:
Lo importante no es lo que han
hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros.
(Ethón) |
Aquí están Las furias de Germán Valles y así quedarán: obsequiadas al tiempo y a las luces que se dignen reflejarlas. En ese eterno ciclo en donde aquellas crueles mujeres —féminas en las que todos nosotros nos miramos, como acusadores uno del otro— han sido retratadas por uno que ha expiado todas sus culpas y pecados en un lienzo y que desde afuera se atreve a pintarlas.
Citando a André Malraux:
La cultura es lo que, en la muerte, continúa siendo vida.
¿Y Las furias? Permanecen impávidas, eternas, pues ellas nacen cada noche, acunadas por la luna, en sus tiernos y delicados lechos de veneno.
*****
Sobre el autor: Luis Alejandro Ortiz Rodarte, nacido en 2001 en Durango, es un joven escritor que se ha dedicado principalmente a la narrativa y al cuento. En 2012 fue ganador del Concurso Estatal de Cuento en Durango “Erase que se era, mi medio ambiente”, categoría primaria. En 2016, como parte de un proyecto interno en conjunto con la Universidad Tecmilenio, publicó una antología de 12 cuentos titulada “Los días de los quietos". En 2017 fue acreedor de una certificación por la Universidad de Edimburgo en el taller y curso en línea “Introducción a la filosofía”. En diciembre de ese mismo año, su cuento “La escalera” fue publicado por la Revista Literaria "Monolito". En 2018 escribió varias reseñas y semblanzas sobre la obra del artista duranguense Germán Valles Fernández. Actualmente es miembro de la Sociedad de Escritores de Durango, y colabora con textos en la plataforma digital “El Blog de la Tertulia Literaria”, además de fungir como redactor publicitario para la agencia "Instart Durango".
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