miércoles, 1 de agosto de 2018

Poesía: Fata Morgana

Por: Helena Zirot





                  Para L.  
Aunque nunca lo leas...


Anclada, 
a las ruinas de una ciudad deshabitada.
Errabunda, 
entre edificios destruidos.
Levanto la vista al horizonte
y observo:
ante mí, 
figuras a lo lejos, 
tenues sombras brillantes en el aire...

Espejismos, 
como un sueño recurrente.
Sueño de  voces que susurran,
sueño de miradas, 
sueño de manos, 
sueño de cabellos color chocolate,
miel espesa que amarga los labios a su tacto. 

Más allá,
del túnel infinito de una puerta,
del muro inaccesible del silencio,
oculto el rostro entre mis palmas.

Afuera, 
luego de un camino ya vetado,
el culpable ignora el crimen. 
Polvo sordo al agua,
tierra áspera en que ya no crecen tulipanes 

No obstante, 
hambrienta de luz, 
furibunda, 
ensimismada, 
incrustada dentro, 
al acecho de un instante, 
una semilla germina en mi interior: 
bosque latente pronosticado por los sabios,
destinado a derribar todos los muros.
Árbol que bebe agua salada 
y crece por fin luego de siglos.


Delicado follaje que se extiende,
traspasando las esquinas de éste cuarto:
flores por doquier, 
raíces, 
ramas como brazos
alzadas a los cielos.

Hojas danzantes de gozo. 
Después de un milenio
acarician nubes, 
se yerguen, 
se rompen y se elevan.
Disipando espejismos,
hasta tocar el sol...


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