Caspar David Friedrich - Mujer en la ventana (1822) |
Hay ausencias que triunfan
pero también hay ausencias que duelen.
Y es imposible pintar una sonrisa
sobre la mueca afligida,
por mucha voluntad que se ponga en ello.
Intuyo tu cariño… si,
pero no siento tu amor,
ese amor que abría mi sonrisa
sin necesidad de que tú
esgrimieras los pinceles.
Y mi amor sigue vivo ahora
aunque se palpe tu ausencia,
tu desapego, tu silencio, tu desidia.
Ya no cantan los pájaros para mí
por el simple hecho
de que tú existas,
si no puedo verte.
El mar ya no acaricia mi piel
El mar ya no acaricia mi piel
transportándome a tus brazos,
ni el café tiene el mismo sabor o aroma
porque no los comparto contigo.
La canela duerme en el tarro
de los sueños rotos.
Se palpa tu ausencia
y en ella se queda adormecido mi sentir.
Ya no es tiempo de amor para mí,
ni de ternura, ni de caricias… ni de nada.
Ya tus besos volaron en pos de otras bocas.
Los abrazos en pos de otros cuerpos
cálidos y apetecibles para ti.
Vuelvo al vacío del que, quizá, nunca debí salir.
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