Por: Henry Castellanos
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Alfredo Greñas, El escudo de la regeneración (1800)
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Caen las rosas sobre la tierra y sobre la
tierra misma nace el odio,
que se vulgariza como venganza
generacional.
Mientras tanto entre tus apaleados cueros,
que cuelgan viejos y mustios,
se expanden las fístulas y las úlceras se
hacen visibles al ciego,
y es el ciego intransigente que legitima
la putrefacción.
Mientras las rosas siguen regándose sobre
el suelo,
sobre el suelo mismo se abre una hendedura
y sobre la hendedura un concepto se
perpetua.
Y la muerte sonríe y con su mueca de hoz ensancha
la fisura,
que es espectáculo y que es indiferente
para las rosas
que a su scapus aún corresponden.
Entonces un golpe impacta la tierra y
estremece el día, la tarde y la noche
Pero la tierra solloza de dolor
Y el sufrimiento y el impacto pasaran para
el día, la tarde y la noche de mañana.
El concepto seguirá latente, pero pasivo
cual noticia que es increíble,
pero para mañana algo más absurdo tomará
su lugar.
La grieta que se hará más grande y hundirá
el suelo,
se tragará la animadversión y los
conceptos imperecederos.
Y de las rosas derramadas nacerá un
invernadero
o sucumbirá la historia que muchos niegan.
Aquí ya no hay patria,
no hay consuelo ni dignidad que se
sostenga
sobre la vil y desesperante magma
indiferente
[Que nos cubre.]
Si me preguntan algún día por el sentido
de ser de este pueblo,
regurgitaré con el máximo desprecio.
Hermoso... <3
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