Por: José Avendaño
girasoles
que brillan al nacer el día.
Las horas se
gastan
corren
presurosas como el caudal de tu pelo,
eres espejo
de la primavera que se avecina.
En los
pliegues de tu falda se esconde la nobleza de tu ser
tienen forma
de laberintos donde nace lo impredecible.
En ti la
poesía cobra sentido: descansa en el borde de tus labios,
en la línea
que dibuja tu silueta, en el iris de tus ojos.
La bondad de
tu mirada es encantamiento a mis sentidos,
reflejo de
la luna en el mar,
silencio que
se esconde detrás de una montaña,
la soledad
de mis ojos desaparece al verte.
Corren a
posarse en ti las luciérnagas en mitad de la noche
cubren con
su manto tu raudal de flores,
el jardín
pide un beso tuyo para renovarse
y una
lágrima para que nazcan los girasoles.
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