lunes, 13 de enero de 2020

Literatura: Amelia Martín (Cuento)

Por: Regina García
Rosie Taylor "Suicidio"



Amelia Martín tenía 24 años cuando decidió irse de este mundo. Era tan joven y bonita, alegre; ni siquiera se podía notar la tristeza con la que cargaba su ser. Quizá fue la presión de ser mejor, quizá un viejo amor que le hizo daño, quizá tanto y poco. Algo que lentamente fue apagando su aura.
Era la chica que todos querían tener en su vida, pero ella se sentía miserable. Lloraba todas las noches al llegar a casa: la soledad fue su mejor amiga por varios años, ella era quien recogía cada lágrima derramada. Pobre niña, empezó a tener la idea de dejar este mundo, y esa idea se estancó como una espina o flecha rota en su corazón.
El último día de su vida, los demonios que daban vueltas en su cabeza, le dieron muchas ideas.
Después del trabajo, se despidió de todos, habló con cada amigo que tenía, le llamó incluso a los familiares con los que años antes había discutido y se disculpó por todo y nada. Pobre, tan bonita, tan llena de vida, pero nadie entendía su tristeza; sus padres le reclamaban errores del pasado, ella quiso olvidarlos, pero cada día eran un infierno nuevo. Caminó demasiado, siempre con un par de audífonos, mientras escuchaba la música que tanto le gustaba. Caminó, hasta que le dolieron los pies.
No quiso morir en su ciudad, llegó a la estación que conocía, compró un boleto con destino a una ciudad a dos horas de casa. Ese lugar se había convertido en su favorito cuando se sentía sola.
Mientras esperaba la hora de partida, continuó pensando en la manera en cómo terminaría con su tormento. Cargaba consigo pastillas para dormir y para la ansiedad, quizá si las tomaba todas obtendría un resultado favorable. Pensó en comprar heroína, beber alcohol y tomar las pastillas, así tendría una sobredosis y todo terminaría. Pensó en comprar una pistola y cercenarse, sólo que no se sentía lo suficientemente valiente para jalar del gatillo.
Existen tantas formas de buscar la muerte, incluso en situaciones extremas, se idean nuevas maneras.
Cuando más ideas encontraba, más triste se sentía. Arribó el transporte, buscó su asiento, puso la canción que tanto le gustaba escuchar, y se durmió. El viaje la haría cambiar de parecer. 
Quisiera haber podido hablar con ella y decirle que todo iba a mejorar, que era una etapa y que la vida no es tan difícil como parecía.
Pero ella no me ve, soy el ángel que la cuida, si ella sufre yo también lo hago. No tengo aureola y alas, soy solo una sombra. Toco su mejilla y es tibia. Tiene un futuro prometedor. Lloro en silencio, junto con ella.
Permaneció dormida dos horas, las mismas que duró aquel viaje; se perdió del paisaje o quizás no quería verlo porque lo conocía de memoria. Tuvo un sueño. Ella había leído, que cuando alguien presiente que la muerte se acerca, ve la vida pasar tan rápido como un sueño. Pero ella no vio nada de eso, más bien tuvo sueños, los más bonitos: viajó a un lugar que siempre quiso conocer: a una playa inmensa, tan azul como el cielo.
Durante su sueño la vi ser feliz, y me sentí bien, quizá eso la ayudaría a cambiar de opinión. No lograba entender por qué la gente contempla el suicidio como la puerta que los va a salvar. En este caso ella se va, pero su familia... no está pensando en su familia, no tiene su apoyo, es claro que la razón por la cual se va, es por ellos.
Llegó a su destino, caminó un par de calles hacia un hotel, rentó una habitación, la más cara, y reservó dos noches como si fuese a durar tanto.
Se instaló: la habitación era enorme para ella, pero se sentía tranquila, y eso era lo importante. Pidió comida en el restaurante del hotel y un par de cervezas. Ella dijo que estaba esperando a alguien más, detalló a un novio que ni siquiera existía, pero la mentira fue creíble. Comió hasta decir basta, bebió aquel par de cervezas, luego se recostó con la televisión encendida, puso música. Un canal de música quedaba perfecto.
Le escribió a una amiga. “Si me llamas y no contesto, llama al 6237919, es el número del hotel y pregunta por la habitación 28, que vengan a tocar, ya sabes, mi celular falla. Te quiero mucho” De su bolso sacó una jeringa, contenía un líquido parecido al agua. Ella no pensó en eso, quizá los demonios notaron mi presencia y de alguna forma lograron bloquear ese pensamiento. Lloró por última vez, sacó una fotografía, su viejo e inmortal amor.
Usó la inyección en su brazo, ahora entiendo su afán por aprender a aplicar inyecciones. Arrugó la frente, supongo eso dolía, al levantarse arrojó aquella arma asesina por el caño. De su bolso sacó un par de pastillas para dormir, con un suspiro procedió a ingerir una por una.
Se acostó, junto a su pecho estaba aquella foto. El efecto de todo aquello fue rápido, una hora, para ser precisos. Tuvo una convulsión, pero no pudo despertar, no había nadie más en aquella habitación que la ayudara.
Yo solo era una sombra, la sombra de aquel viejo amor que una vez tuvo.
Yo fui aquel amor que ella tuvo, pero hace un par de años, seis para ser precisos, tuve un accidente y morí, le pedí tanto a aquello que ella creía inexistente me ayudara a que ella siguiera con su vida, pero no lo hizo, ahora solo veo pedazos de ella y me siento mal.
Quise despertarla, quise ayudarla. Yo no pude hacer nada, tan solo ver cómo lentamente moría. Vi cómo con cada convulsión se iba acercando cada vez más en muerte, en despedida. La toqué y no conseguí despertarla. Solo me quedé entre las sombras, viéndola morir. Después, un momento después. Alguien tocó a la puerta, pero nadie fue a abrir. Pasado un rato la habitación se llenó de gente. Más tarde policías, todos recabaron información.
          La noticia en los periódicos fue: “muere joven por convulsión”.
Sus padres llegaron y lloraron tanto, se lamentaron, pero ninguno hizo nada por salvarla de aquel infierno, ya era demasiado tarde. Amelia Martín, murió una tarde de jueves, la fecha 28 de julio de 2015, la causa de muerte: convulsión por pastillas para dormir mezcladas con alcohol. Tenía 24 años con un futuro prometedor como una escritora exitosa
La sombra que la acompañaba en su tormento era yo, y ahí me quedé contemplando aquello sin poder hacer o decir nada.
Pobre niña. Ella no merecía aquello, mucho menos yo, pero ella decidió, y se quedó ahí, siendo nada.


lunes, 30 de diciembre de 2019

Literatura: Ensayo sobre el aguacate


Por: Sti Guerrero
 





Padre pasó de largo un día que teníamos prisa. Yo me quedé parada frente a él, pensando que era muy, pero muy desafortunado el hecho de que no me gustara el aguacate. El señor, con su letrero de 3 por 2, me miraba suplicante y pedía sin hablar que llevara una, sólo una bolsita a casa. Recordé que al otro día salíamos de viaje, y di las gracias, no sé por qué. Los aguacates ya estaban maduros, listos para comer. Y yo no.


Entonces me pregunté si era justo que alguien tan insignificante como esta melancólicabuenaparanada prefiriera el mango, la carambola o la granada. Por qué siendo tan delicioso, tan sutil y combinable, habría alguien en este planeta que le rechazara. Me identifico, y tampoco puedo aborrecerlo. Entonces, sí, con todo . ¿Se entiende la ironía? ¿Qué otro sentimiento tan grato hay en el mundo, además del amor, el odio, la tristeza, la compasión, la empatía, el optimismo, la admiración, la gratitud, el enojo, la venganza y el éxito, que la libertad misma?


Sin embargo, el poder de decidir sobre otros el destino, es en su totalidad, una falacia. Bien lo decía mi amor, Pessoa: [1] “El Destino es una especie de persona, y deja de atormentarnos si mostramos que no nos importa lo que nos haga.” Que si el aguacate me odia porque no lo he elegido, que si yo hago puchero porque me vi en la necesidad de rechazarlo, eso en realidad no importa. Hay una excusa real y aceptada (porque se encuentra entre comillas) que nos exime a ambos de culpa, como en todo.


A veces resulta extenuante tener que guardar compostura ante las tentaciones del mundo, por ejemplo. Aunque comprometerse a la ética personal es más fácil de lo que se cree…claro, si uno se encuentra configurado con base en gustos también personales. ¿No te agrada ceder el asiento en un autobús a personas que probablemente lo necesitan más que tú? No hay problema, hoy en día algunos Millennials y todas las feminazis te ceden un pase rápido de salida. Puedes tomarlo, con total consciencia o sin ella (qué más da quitarse con premura el chaleco de responsabilidad), configurar tu actuar acorde y viajar – literal y figurativamente – por la vida sin un gramo de culpa. Qué bello. Es que tienen razón (yo se las doy, y ya supimos que por mi importancia en el universo, tengo el derecho): ¿por qué ceder tu asiento a aquella mujer embarazada? Quién la manda a coger con un hombre que 1) no tiene para el condón y 2) ese mismo día que no tenía para el condón, dejó su Ferrari en casa. No es como si el niño en el vientre pudiera llegar a ser un excelente médico cirujano que podría salvarte la vida algún día; o bien ¿por qué habrías de abandonar ese cómodo asiento que el abuelito desea ocupar? No es TU abuelito. Sus ojos cansados, sus piernas temblorinas, sus movimientos lentos no han sido causados por ti. Ni siquiera habías nacido cuando él optó con todas las de perder, y rechazar sus estudios. Por suerte (aunque no sepamos si es mala o si es buena o si es tuya o de él), naciste en una familia que piensa que debes estudiar y superarte. Y porque has actuado correctamente durante toda tu vida (olvida juzgar a las personas, eso no cuenta, tenemos el derecho de hacerlo, dulce cómplice cruza-líneas), te has ganado ¡NO!, te mereces, ese cómodo y para nada mal armado (cómo crees) asiento del autobús.


Pero dejaré de alabarte a ti, de justificarte a ti. Hablaré de lo que más me gusta hablar en el mundo: del Yo. Aunque con cada binomio de palabras me acuerde de Frida y de Freud.


Yo, estaba hablando de lo sencillo que es apegarse a la ética personal: lechuguina, flojita, inocente e ignorante. O sea, la ética que alimenta a nada menos que a un [2] 90% de los 127.5 millones de mexicanos que existimos en MI territorio lleno de aguacates. Eso es, 2 personas de 3, que se guían por la configuración lógica personal y convenientemente bien aplicada en días de lluvia (los cuales, como recordamos, aquí en la ciudad, sólo toman lugar en dos temporadas).  Eso es yo, y probablemente tú que estás leyendo esto, o bien, yo otra vez, o bien tú siendo yo, porque todos somos Yos aquí y y allá y en Nowhere Land.


Pero a lo que iba, es que, sin una configuración deliberada de una ética personal, es más sencillo ser tibio. A quién podría dañarle esto, podríamos preguntarnos. Como todo tiene una consecuencia, qué mejor que disminuir las probabilidades de daño. Siendo grises, no blancos o negros, sino grises totalmente (yo, un tono más bien plateado), nos desligamos ya del compromiso de ser excelentes, de ser bondadosos, de ser humanos, siempre.


Cuando me preguntan mi opinión sobre algo, poquísimas veces opino tajante y vehementemente. Cuando me piden una posición respecto a un tema controversial, pienso que lo único en controversia es mi capacidad de ver de ambas partes, algo correcto y algo mal. [3] “Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. Pienso que Dios también rechazaba al aguacate. ¿Acaso no me creo mi propia ironía? Esta fruta que parece verdura, o esta verdura que parece fruta, no es totalmente dura, ni blanda en demasía; ésta, que no es dulce o agria o salada, apenas puede tener cabida en mi comprensión. Dejando gustos de lado, me entrego al mundo cuando digo que con todo está bien. Aunque por obviedad en mi gesto transparente, no lo esté. Lo más desesperante de todo esto (a Bernard Salt le daría un infarto) es que [4] soy Millennial, no tengo casa ¡y ni siquiera me gusta el aguacate! Porque (ajá, a veces) me dejo llevar por los impulsos, porque soy tibia, escribo mientras sueño y mientras bailo y mientras (la) cago.









[1] Fernando Pessoa (2012). Cartas de amor <a Ophelia Queiroz>. España: Editorial Funambulista. 
[2] Georgina Guevara (2017). Manual para agregar pies de página inventados, como lo hacía Borges y como lo hacía Cortázar. 
[3] Apocalipsis, 3:10. 
[4] Bernard Salt. (2016). Moralisers, we need you!. 16 de octubre de 2016, de The Australian. Sitio web: http://www.theaustralian.com.au/life/weekend-australian-magazine/moralisers-we-need-you/news-story/6bdb24f77572be68330bd306c14ee8a3#itm=taus%7Cnews%7Caus_authors_index%7C1%7Cauthors_storyBlock_headline%7CBernard_Salt%7Cindex%7Cauthor&itmt=1476657066628




jueves, 26 de diciembre de 2019

Poesía: Ansiedad

Por: Dinorah Martínez Prieto

Lagrimas de Acuarela - Marion Bolognesi


Es de esos días donde mi camino se desvía
y mi carga no se hace ligera,
cada paso que doy hace que mis pies
se hundan en el lodo y no hay modo de regresar.

Cada respiro que doy aprieta más mi pecho,
mis lagrimas brotan mientras la oscuridad 
me va rodeando con su frío abrazo
y empiezo a entrecerrar mis ojos.

Cada minuto que pasa me voy reduciendo
aumentando la opresión que no es ajena,
deseando con intensidad que esto pase,
que ya se vaya de mi y nunca vuelva.

Mi cabeza da vueltas mientras escucho
que estoy exagerando,que no es nada
y que pronto pasará esto que experimento
pero sé que esto jamás se irá.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Literatura: Seis Minificciones

Por: José López Avendaño

Remedios Varo 


I. El enamorado 
 Se pasó la noche en vela redactando la carta de amor. Leyó a Sabines, a Rulfo, a Arreola. En la mañana compró flores y fue a verla al trabajo. En la oficina de su amada ya había otras flores, más exuberantes, más costosas y en la esquina, abierto a la vista de todos, el estuche de un anillo.


 II. Suerte
 — ¿Crees que ahora descanse en paz? ­­—Dijo alguien a su amigo.
El otro sonrió.
— De seguro sí, debía varios meses de renta y su ex esposa le había pedido pensión.


III. Insomnio
Oí sus ronquidos hasta mi cuarto. Parecía un cerdo, un ogro malhechor. Mi paseo nocturno estuvo interrumpido. A veces somos los fantasmas quienes somos molestados por las personas. 


IV. Cita
La citaron en el parque al alba. Estaba vestida de tenis y ropa deportiva, se puso a trotar mientras que, lejos de ahí cada uno de sus amigos, quienes la citaron, dormían plácidamente en sus camas. 


V. Presentación de libro
La sala estaba llena. Apretujados, los asistentes se desparramaban en los pasillos. Algunos llevaban su libro para obtener una firma. Un señor subió al estrado, todos callaron expectantes. Dijo: lamentablemente el autor, por otro compromiso, no pudo llegar. 


VI. Nudista
Ahí está, puesta en medio de la habitación para ser adorada como la diosa que es. Apenas me ve y se sonroja. La quise desde la primera vez, ahora que se ha convertido en una pieza en exhibición ya no la quiero.


*****

Sobre el autor:

José de Jesús López Avendaño nace el 18 de abril de 1994 en la ciudad de Salina Cruz, Oaxaca. Es Licenciado en Lengua y Literatura Hispanoamericanas por la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH). 

Ha sido ganador del 1° Concurso Nacional de cuento Fantástico "El Axolote"; ganador del 2° concurso de cuento No oyes contar un cuento organizado por la UNACH; finalista en la 2° edición del concurso Internacional de cuento corto "The World we live in"; obtuvo una mención honorífica en el II concurso Regional de Literatura: ApassionataHa publicado en diversas revistas literarias, entre las que destacan: ÍcaroRetrúecanoMonolitoClaroscuro, Casa Negra/cineLetra SueltaFue coeditor de la revista literaria Claroscuro.
Sus textos han sido antologados en Memoria en blanco en 2018; Apassionata: literatura motelera contemporánea en 2019; Mujer que teje de noche en 2019.

Asistió a los talleres  de creación literaria de Eduardo Antonio Parra, Mauricio Molina, Mario Bojórquez, Glafira Rocha y Renee Acosta. Fue becario para asistir al taller de literatura realizado en el marco del Festival Interfaz Signos en movimiento.
Asistió a las actividades académicas de los Coloquios Cervantinos Internacionales  XXV y XXVI. Cursó un diplomado en Creación literaria por parte del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).



viernes, 1 de noviembre de 2019

Literatura: Entrevista a Rigardo Márquez Luis, autor de "El circo de la inmundicia".


Por: Helena Zirót






Rigardo Márquez Luis es un joven escritor originario del estado de Veracruz, México que comenzó a colaborar en diversas revistas literarias desde 2017. Al año siguiente participó en varias antologías de horror, horror queer, y horror erótico, junto a otros autores del genero.  Además, ha sido colaborador activo de esta página.

Éste año publica su primera obra El circo de la inmundicia, una antológia de relatos, bajo el sello de Editorial Cthulhu. Por este motivo y porque las fechas lo ameritan, la redacción de El Blog de la Tertulia Literaria tuvo la oportunidad de charlar con él. Reproducimos íntegramente la entrevista:


— TL: ¿Cuál fue aquel momento de tu vida en el que supiste que querías ser escritor?

—RML: La fecha exacta fue en el 2016, cuando fui publicado por primera vez de manera física en una antología de horror erótico bajo el sello de la Editorial Cthulhu. Más precisamente, en el momento en que la editora Marcia Morales Montesinos me comentó que al leer mi cuento junto con el staff pensaron que se trataba de la típica historia de vampiros juveniles, pero que después, conforme el relato iba progresando, se dieron cuenta de que se trataba de algo muy diferente y les encantó. Allí sentí un enamoramiento por el ejercicio de escribir, pues la sensación de ser felicitado por tus ideas y su ejecución no tiene precio. Aunque debo aclarar que por el momento soy un escribidor, pues denominarme escritor sería faltarle al respeto a los verdaderos hacedores de literatura.  


— TL: ¿La carrera que estudiaste (Criminología),  ha influenciado tu obra?

—RML: Demasiado diría yo, pues me ha dotado de una perspectiva realista. Creo que muchas personas le temen más a los vivos que a los muertos, y la razón estriba en que los seres humanos somos los peores monstruos que pueden existir. Mi carrera también me ha enseñado el funcionamiento del aparato psíquico humano y de las pulsiones, que son elementos primordiales en nuestros actos; la naturaleza de los trastornos mentales y, la joya de la corona al menos para el horror sexual y grotesco: las parafilias. Es decir, el proceso del placer desviado, el mecanismo del gozo prohibido, los diferentes tabúes... Pienso que conocer la amplia gama de fetiches que se pueden formar en la psique del ser humano, sin importar que tan inmorales o antinaturales parezcan, te da un mosaico de posibilidades infinitas en cuanto a relatos de horror se refiere.  


—TL: La siguiente es pregunta obligada: ¿Cuáles fueron los escritores con los que creciste, las novelas, cuentos, etc., que te inspiraron a crear tu propio mundo literario?

—RML: Yo diría que El narrador de Oscar Wilde. Lo leí a los siete años y desde ese día mi imaginación se desbordó... Sí, creo firmemente que ese cuento me inspiró a soñar. Ya de adulto mis dioses han sido Edgar Allan Poe y Lovecraft. Paréntesis aparte, los autores que me han inspirado de una forma u otra son Clive Barker, Anne Rice, Thomas Ligotti, Poppy Z Britte, Junji Ito, Shintaro Kago, Charles Bukowski, Stephen King, Alan Moore y Neil Gaiman.  


—TL: Al ser originario del estado de Veracruz, tierra rica en tradiciones, mitos y leyendas, ¿cómo ha influido en tu quehacer como escritor?

—RML: Mi ciudad natal Coatzacoalcos es un lugar lleno de leyendas y seres surrealistas.  Desde niño tuve el privilegio de escuchar las historias y anécdotas de mi abuela, quien vivió en los tiempos donde las milpas dominaban todo. Así que me contaba de la existencia de criaturas tales como los chaneques, la llorona, los duendes y aluxes... Naturalmente que he sido influenciado en demasía pues, por ejemplo, hace poco escribí una historia basándome en un relato que ella me contó, sólo que aderezado con un poco de mi cosecha.  El cuento se llama Mi primera vez, y está incluido en mi libro El circo de la inmundicia bajo el sello de Editorial Cthulhu.


—TL: Aprovechando la fecha tan propicia, ¿hay alguna vivencia paranormal extraña que hayas tenido?

—RML: No terminaría de contarles... Bueno, en realidad tengo muchas. Una de ellas es que, cuando era un niño, llegando de una fiesta, recuerdo que fui al baño. Al abrirlo vi algo. Aquella cosa tenía forma de un niño grisáceo que estaba parado a un lado del retrete. Eso me causó mucho miedo; tanto, que le conté a mi madre, la que abrió la puerta, y cuando ella entró ya no había nada. Luego, cuando tenía unos 18 años comencé a padecer de horrores nocturnos. De hecho, sentía que me ahorcaban cada noche y despertaba gritando. Cierta vez alcancé a ver lo que me tenía sujetado del cuello: parecía ser una mujer desaliñada, transparente, de largos cabellos y semblante decrépito.  


—TL: ¿Cómo nacen las historias que escribes? ¿Cómo nace la inspiración para crear un personaje?

—RML: Mis historias fluyen desde varias aristas. A veces de una noticia real o de un suspiro onírico, inclusive de experiencias propias, aunque claro, encausadas hacía la ficción. Creo que tengo mucha facilidad para extraviarme de la realidad y no es difícil que mientras viajo por el transporte público voy diseñando historias. También me ha sucedió a la espera de las compras e inclusive nacen de mis fobias, como en un cuento titulado Muerte y manuscrito de un nadie, donde un hombrecillo triste y meditabundo se enfrenta al fin del mundo, no sin antes sufrir con una pequeña alimaña que le llena de asco y repulsión. De hecho, mis personajes nacen bajo una estrella maligna pues primero imagino los horrores, la situación y las muertes. Finalmente el personaje que será preparado para el matadero o quizás para volverse verdugo, perpetuando así un ciclo vicioso. Lo que si se me dificulta son los nombres, por ello suelo usar nombres de amigos, editores o colegas para no romperme la cabeza... En ciertas ocasiones he creado personajes basados en personas importantes de mi vida un poco como homenaje, aunque en este caso con fines hórridos.


—TL: Sabemos que aparte de los géneros como el horror y el gore que son algunos de los temas que toca tu antología también has escrito poesía y has participado en convocatorias de cuento infantil. ¿Que otros géneros te gustaría explorar?

—RML: Pienso incursionar en historias de índole gótico, ciencia ficción, erotismo, de espada y brujería; de antihéroes, wuxia, westerns, eco-punk, steamgoth, vampirismo, novela negra y  romance, entre otros. 


—TL: Éste no es el primer libro publicado en papel en el que participas, pero si es tu primer libro como autor único... ¿Qué es lo que encontraremos en él?

—RML: El circo de la inmundicia es un compendio de perversiones, sexo, sangre, realismo, moralejas oscuras y venganzas sádicas. Digamos que es una especie de reflejo de la crueldad humana, puesto que no somos otra cosa que criaturas de deseos atávicos disfrazadas de civilidad. Así las cosas, no será difícil que el lector se encontrará además con varias parafilias, aunque quisiera dejar algo en claro: podría citar las filias que contiene mi libro, las que a primera vista podrían juzgarse de manera malsana. No obstante, me gustaría especificar que cada aberración sexual que he descrito tiene una justificación argumental. Me puedo referir a Las abominaciones en la calle morgue, en donde cierto científico realiza diversas hibridaciones entre especies y por ello la zoofilia tiene su razón de ser. O como sucede en Amor artificial, en donde el incesto sucede como una venganza  amorosa. O tal vez como en La ciudad del mal, la que con todas sus retorcidas parafilias representa el mejor ejemplo de los oscuros secretos que guardan los poderosos y que la sociedad ignora. Vamos, en mi narrativa la utilización de oscuras patologías de índole psiquiátrico no suceden como simples alegorías morbosas.


—TL: Como lector y como escritor, ¿qué tan importante crees que sea el consumo de los géneros literarios como el snuff, el gore y el horror?

—RML: De suma importancia, ya que dichas obras nos ilustran una posible realidad de la psique humana. Considero que hay muchas personas que viven de forma común y normal que no imaginan lo que la oscuridad oculta ni vislumbran la capacidad de la locura humana y que deben conocer la monstruosidad de los seres humanos. Gente que pueden ser la pareja, los padres, los hermanos, amigas, maestras, un conductor, un tío, un sobrino, entre muchos otros y entender que no pueden confiar sus hijos a alguien sólo por cuestiones de sangre. Ni creer ciegamente en alguien por ser el sujeto amado o por tener una gran amistad con él. Por ejemplo: algunos censuran las obras que contienen pedofilia tildando al autor de enfermo.  Sin embargo, es mi sentir, que resulta indispensable analizar el contexto donde se desarrolla la trama de dicha obra e inclusive recurrir a las vivencias del autor, y no siempre irnos por la excusa de que tal o cual libro fomenta la pedofilia. No: una opinión de esta naturaleza resulta casi siempre prejuiciada, porque también es cierto que de un libro que trata semejantes temas se puede extraer un apendizaje valioso, así como entender hechos y circunstancias. Inclusive, una buena parte de las veces el autor considera importante ilustrar la forma en que opera un depredador sexual, que no resulta difícil sea algún familiar cercano a la víctima. El índice de abusos sexuales en menores en México lo señala: son una buena parte de las veces ellos, los familiares, quienes resultan los perpetradores debido a que los consanguíneos nunca supondrían tanta perversidad y premeditación de su parte. Por otro lado, este tipo de delitos quedan muchas veces impunes porque México es un país tradicionalista, donde los padres prefieren callar y no hacer públicos esos menesteres, evitando así cualquier confrontanción con el hermano, primo, sobrino, etc. 


—TL: ¿Un consejo que le darías a las personas que no están familiarizadas con la literatura de este corte  para que se acerquen a ella y la conozcan?

—RML: Pienso que es una buena oportunidad para dejar atrás tabúes y/o prejuicios heredados. Como dije antes: puede servir para ilustrar e incluso prevenir algunos actos antisociales. Generalmente, cuando una persona lee una noticia sobre violaciones o asesinatos y se percatan que conocían al victimario, nunca imaginaron que tal conocido fuese capaz de hacer algo así. En cambio, si lees este tipo de literatura, sabrás que toda persona es capaz de cualquier atrocidad bajo ciertas circunstancias. Además, siempre he considerado que el peor monstruo es el ser humano; así que, para aquellos cansados de los mismos tópicos de vampiros, lobos, demonios etc., creo que un poco de horror realista les va a venir bien. 


—TL: ¿Qué consejos darías a los jóvenes que sueñan con llegar a ser publicados y leídos, así como tú? 

—RML: Nunca es demasiado tarde para escribir. Cierto, a veces la posibilidad nos llega tarde. No obstante, es un privilegio que uno debe desarrollar según sean sus motivaciones. Así las cosas, no traten de seguir corrientes literarias, esto es, escribir basados en las modas y ventas actuales del mercado. Considero que cada uno de nosotros tenemos ciertos temas que deseamos desarrollar, por lo que no debe temerse a dejar de entrar en la media popular, pues siempre habrá un sector de lectores potenciales que pueda interesarse por tu obra. Es más, puedo decir que lo peor que he leído ha sido producto de que determinado autor quiere encajar con los temas de moda o en una determinada corriente literaria. Aconsejaría pues a los que recién empiezan que no teman escribir sobre algún tema tabú o prohibido. Cierto, abundar en ciertos temas puede acarrearte el título de enfermo. Pero también es cierto que si tienen algo que ofrecer a dicho tema o abordan una nueva forma de explorarlo, pues venga, porque existen múltiples obras que han sido social o religiosamente prohibidas y, sin embargo, han marcado hitos en la historia. Sugiero también que no se remitan a su propio país, porque ahora con las redes sociales, las oportunidades de escribir buenas historias ambientadas en lugares que incluso no conocemos abundan por doquier. Busquen páginas de editoriales, de revistas en línea, y entren a todas las convocatorias que puedan. No se desanimen por no quedar incluidos tras un primer o segundo intento. Más al contrario, véanlo como un reto y eso sí, lean mucho, estudien sobre los temas que deseen escribir: obras ya existentes, historia antigua, geografía del sitio donde se desarrollará la historia y en fin, todo lo que les ayude a cimentar su universo. En mi caso, en el 2016 me inicié en esto de las convocatorias públicas por internet. En las primeras cuatro no quedé incluído en el producto final y si, fue doloroso. Fue hasta mi quinto intento que fui elegido por Editorial Cthulhu para su antología de horror erótico que fue publicado de forma física, por lo que he seguido participando con ellos hasta ahora, en que su editora principal Marcia Morales Montesinos a la cual externo mis agradecimientos más sinceros me propuso sacar un libro como autor único bajo dicho sello... Así que siempre que sean consistentes consigo mismos lograrán sus objetivos.


—TL: ¿Qué viene después del Circo de la inmundicia?... ¿Tienes algo más en mente?

—RML: Pues de entrada espero que le vaya bien al libro, para así afianzar los lazos con la editorial y sacar otro que ya tengo en lista de espera. Por otra parte, tengo en mente otros títulos por terminar y que aún no tienen sello editorial como por ejemplo:  Monstruofilia, Las Crónicas Apócrifas, Goticario, Los Mecanismos del terro, Dulces de cianuro y Aquelarre, entre otros. Además, seguir participando en las convocatorias que pueda. Con respecto a publicaciones digitales, en breve saldrá el segundo número de la revista Moulin Noir, en la que participo junto a otros varios colegas de la Editorial Aeternum dirigida por Tania Huerta, Luis Bravo y Kristina Ramos. Dicha publicación es completamente gratuita, por lo que más abajo les dejo el link del número uno.


—TL: ¿En dónde podemos adquirir tu obra?... ¿Dónde podemos encontrarte?

—RML: El Circo de la inmundicia y las antologías de horror erótico, grotesco y queer como El monstruo era el humano y Cerdofilia están a la venta en Perú en la página de Editorial Cthulh: https://www.facebook.com/editorialcthulhu/. En México pueden adquirir la Antología Zombie, donde también participo, en este link: https://www.kichink.com/buy/2355642/endoraediciones/ii-antologia-zombie. Y a partir del día primero de noviembre podrán adquirir la revista Necroscriptum, donde se publica uno de mis relatos. Menciono que esta revista se presentó éste viernes en la Casa Musa de Guadalajara, Jalisco (https://www.facebook.com/photo.php?fbid=2804235112929354&set=pcb.2804235222929343&type=3&theater ). Aprovecho también para dejar el link de la revista Moulin Noir No. 1 y que espero la descarguen, pues es gratuita:  https://lektu.com/l/editorial-aeternum/moulin-noir/11678.  También les proporciono la página de la Editorial Aeternum, donde también publico https://www.facebook.com/editorialaeternum/. Por último, también los invito muy cordialmente a seguir mis trabajos en mi página personal: https://www.facebook.com/Rigardo-M%C3%A1rquez-1984320828446884/


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Rigardo Márquez Luis (México, 1985). Estudió Criminología y Criminalística en la U.P.A.V. «El Ausente» (2017) Revista Nictofilia No 2. «El hada de lo mórbido» (2017) Antología de literatura grotesca. «Fóbetor» (2017) Revista digital Letras y demonios. «La sesión» (2017) Revista digital Letras y demonios. «Necroboros» (2017) Antología “No tan muertos” en honor a George Romero, revista The Wax. «Ordo Satanachia» (2017) Antología “Horror Queer” Editorial Cthulhu. «El monstruo era el humano» (2018) Antología, Editorial Cthulhu. «Entre las milpas» (2018) Revista digital Penumbria.  «La granja de la familia Porcel» (2019) Antología Cerdofilia, Editorial Cthulhu. «Juegos Macabros» (2019) Antología digital, Revista Revista Aeternum. «Moulin Noir» (2019) Antología digital de antihéroes, Revista Aeternum. «Crónicas Apócrifas» (2019) Antología zombie II, Ediciones Endora, Ediciones Lulu. «El Circo de la inmundicia» (2019) Editorial Cthulhu.