lunes, 29 de febrero de 2016

Literatura: Destazando a "Cuentos Selectos" de Horacio Quiroga (reseña)


AUTOR: Horacio Quiroga (1878-1937)
PAÍS: URUGUAY
EDITORIAL: Distripal
EDICIÓN: 2012
ISBN: 978-607-95519-7-I




Publicó en 1917 su obra más popular llamada Cuentos de amor de locura y muerte; en 1918 Cuentos de la selva. De ambos libros se forma la mayor parte de los cuentos selectos por la Distripal.

Con certeza se puede comprobar que en la mayoría de los escritores, su vida personal se ve reflejada en sus obras; esta afirmación es todavía más evidente en Quiroga, ya que los peligros naturales de la selva, las enfermedades, el declive mental y la muerte son elementos cotidianos en sus historias. El uruguayo acostumbraba a vivir en la selva y enseñó a sus hijos a desenvolverse en ella; sin embargo el estilo de vida salvaje disgustó a su primera y segunda esposa, la primera se suicidó y la segunda lo abandonó. Eventualmente, a raíz de un cáncer de próstata, Quiroga practicó la eutanasia activa en 19 de febrero de 1937, bebiendo un vaso de cianuro.

Música: Beethoven, Giulietta y el Testamento de Heiligenstadt

Por: Arisbeth


La Sonata para piano n.º 14 en do sostenido menor "Quasi una fantasia", Op. 27, n.º 2, popularmente conocida como Claro de luna (en alemán Mondscheinsonate), fue escrita por Ludwig van Beethoven en 1801 y publicada en 1802 cuya primera edición apareció bajo el siguiente epígrafe:  

«Sonata casi una fantasía para clavecín o piano, compuesta y dedicada a la señorita condesa Giulietta Guicciardi, de Ludwig van Beethoven. Op. 27, n.º 2. Publicado en Viena en casa de Giovanni Cappi, Michaelerplatz N º 5.»

La «damigella» o señorita a la que se refería la dedicatoria anterior era su alumna, la condesa Giulietta Guicciardi de 17 años y de quien se decía que estaba enamorado. Se trataba de la hija del conde Guicciardi, personaje triestino que en la primavera de 1800 había sido trasladado a Viena como consejero de la Cancillería de Bohemia.
La contessa Giulietta Guicciardi por Renoir
La familia estaba emparentada con los Brunswick, muy amigos de Beethoven y el artista pronto contó a Giulietta entre sus discípulos aristocráticos, no aceptando ninguna remuneración por las lecciones en las que se mostraba muy exigente como profesor. En aquellos días se aproximaba el músico a los treinta años. Al cabo de algún tiempo, las relaciones entre profesor y alumna se convirtieron en un afecto más cálido. Esto se puede comprobar en su correspondencia, ya que después de una carta muy melancólica escrita a Wegeler, el maestro le dirigió otra en la que le decía:


«Ahora vivo más feliz. No podrás nunca figurarte la vida tan sola y triste que he pasado en estos últimos tiempos... Este cambio es obra de una cariñosa, de una mágica niña que me quiere y a quien yo amo... Al cabo de dos años he vuelto a disfrutar de nuevo algunos instantes de felicidad y por primera vez creo que el matrimonio podría hacerme feliz, pero desgraciadamente no es ella de mi posición y no puedo pensar en casarme 

Y Beethoven tenía razón, ya que en la familia de Giulietta había oposición a sus amores y aquella niña de diecisiete años de voluntad débil o inconstante muy poco después se casó con el conde Gllenberg, que era un músico "amateur" que escribía ballets bastante mediocres. La ruptura entre Giulietta y Ludwig se produjo inmediatamente después de ser publicada la sonata y el gran artista lloró amargamente su desengaño.

Poesía: «Te encontré en el infierno».



Texto por: Henry Castellanos.
Pintura: 
José Benlliure. La barca de Caronte (1919). Valencia, Museo de Bellas Artes


Mi muerte efímera siempre fue al verte y conversar debajo de aquel árbol de sombra constante.

Soy un luchador, pero me rendía en tu regazo, ahora he de pagar contando historias de cuando éramos reales y no una farsa del amor plástico.

Vendí mi alma, para poder obtenerte y ahora la quiero de regreso aunque sigo queriendo tenerte. Aunque estés vacía y llena de cicatrices, quiero volver a estar muerto contigo y con más nadie.

Las putas mariposas que había en mi cabeza, bajaron hasta la barriga para convertirse en parásitos. Ahora te quiero con asco pero vuelo lejos.

Soy el incomprendido y tú la musa puta que haces las veces de cura pero eres más herida que una sutura.

Ahora te espero, como si hubiese olvidado, pero los poetas mediocres como yo jamás lo hacen.
No puedo vivir contigo, pero quiero morir por ti, menuda estupidez de una mente enamorada de los aullidos de dos lobos viejos y que sólo quieren compañía.

Suelo prender un cigarro cuando te vas, para borrar las huellas de unos besos que saben a costumbres, pero a pesar de todo me gustan porque sin ellos seguro me quejaría más de la vida, con ellos la veo absurda y con los pies en el suelo.

Somos vidas que aparecen en la sección de obituarios del diario de una ciudad más muerta que tú y que yo.

Te quiero con las tripas, pues no quiero herir más a un corazón idiota que es anzuelo para el dolor. Eres el alma que busqué en el infierno y más que eso eres amor y desamor, eres más fuego que quema y menos del que consume.

domingo, 28 de febrero de 2016

Literatura: Soneteando (cuento)

Por: Leonardo Gutiérrez


     Me la pasé sentado como pendejo toda la fiesta, dizque checando mi Whatsapp, sin tener datos en mi chafAndroid.
Miraba con detenimiento cómo Martín besaba a Lucía, agarrándole las nalgas discretamente, con la arraigadísima convicción de cogérsela en breve.
Aturdido por los pavoneos de mis ex compañeros: que si ya los habían ascendido del godinazgo, que si ya se habían comprado un carro menos jodido que el mío, que si tenían una casa que no era del Infonavit. No me sentí tan ojete gracias al efecto de las Kloster, mis fieles acompañantes desde los tiempos en la secundaria (oh alcohol, consuelo de los afligidos y los solitarios), cuando empecé a fumar mota, preparándome para las cátedras autodidactas en el jardín de la facultad.
El problema es que me gusta sufrir, sabía que asistir a la reunión de mi generación de la preparatoria iba a ser un calvario; ver a los cabrones que me echaron carrilla por mis bubis de vieja, provocadas por mi obesidad, e incomodarme al reafirmar que la mujer que me dejó como habitante perpetuo de la Friendzone ─desde antes de que tal neologismo fuera acuñado─ seguía siendo igual de zorra. Esos culeros lograron hacerme sentir mal, tenían trabajo fijo, vieja, hasta mocosos que de seguro no planearon, pero que a fin de cuentas los hacían felices.
Estando ahí sentado, pensando en los doscientos pesos que me quedaban de la quincena; recordé las palabras de mi mamá, creo que sí la cagué estudiando una ciencia social, ni la CONACULTA me quiere dar chamba. Estaba güey, no sé; vivía ilusionado con titularme y escribir un análisis chingón de la cadena de influencia entre los filósofos nihilistas europeos y, paralelamente, publicando un libro de cuentos igual de chingón en el que  demostrara la dependencia mutua a la que estamos sometidos todos los humanos por culpa del Arché. Recordé que trabajé mucho en crear un personaje femenino que protagonizaría una novela: una mujer de actitud quedita, promedio, particularmente mística; lo suficientemente atractiva y fea como para pasar toda la vida a su lado. Era una trama lacrimosa, de las que le gustan a la editorial Penguin. Tenía todo para consagrarme como escritor para el público general y los pretenciosos, la historia me la había contado mi abuelo y los personajes estaban basados en mis familiares, la cuidad donde viven hace alusión a mi infancia, etc. La mujer era contrastante con Lucía. Lucía: extrovertida, exhalando pasión por la retina, bellísima… putísima. Recordé también que por leer a Nietzsche quise estudiar filosofía, y por estudiar filosofía me fue igual a que a él. Sin la sífilis, al menos.
Y seguía sentado, viéndolos.

*

Mi teléfono vibró en el fondo del bolsillo de mi pantalón. Como siempre, era uno de los mensajes de UNONOTICIAS, los únicos que recibía. Palpé unas pastillitas cuando saqué el aparato. Había olvidado que antes de entrar a la fiesta, el Tyson, un morrito de secundaria, me ofreció unas tachas; estaban baratas y de todas formas le iba a comprar algunas a su papá, así que no tardé en aceptar.
Sin intentar disimular, sostuve una en la punta de mi dedo índice, a contraluz, esa inconfundible tonalidad morada. Desconocía y desconoceré todas las porquerías que me inyecto, me fumo, aspiro, bebo… Aunque, esa mierda definitivamente no era MDMA.
Me la chingué en el acto.
Comencé a sentir los dedos ligeros. Tenía ganas de gritar, saltar con todos en la pista, lucían amigables, sus conversaciones me parecieron interesantes hasta cierto punto. Ya no me caía tan mal el DJ que tocó canciones de los Rolling Stones toda la noche. Tenía ganas de levantarme y decirle a Lucía lo perra que era y después tirármela en el hotel al otro lado de la calle. Sentir que los labios que tocaba no eran mi almohada, hacerla gemir tan fuerte que Martín nos escuchara.
Me sentí bien. Me eché las otras tres.
Permanecí rígido, mirando la pared. Se confundieron con mi conciencia los sonidos que llenaban el casino, parecía que le daban un mensaje a cada una de mis neuronas; alteraron mis percepciones, la paz que sentía. Fui al baño y bastó mirarme al espejo para darme cuenta del avión en el que me acababa de subir. Volví a sentarme. Se habían robado la pared, en cambio había un lienzo lleno de relámpagos momentáneos, estruendos pupilares. Mejor cerré los ojos. Las vibraciones de la voz de un narrador azotaron la cubierta interna de mi cráneo, era la mía. Mi voz, al menos en mi mente, no era un redactor mediocre. Imaginé en mi córnea a la pared blanca que me habían hurtado.
La dibujé ahí. Era ella.
Comencé narrar un cuento con su imagen.
No, un soneto.
Era realista-mágico.
No, era surrealista.
No, era dadaísta.
Era la mezcla de la desesperación esbozada en mis párpados.

*

─¿Saúl? Güey, ¿cuánto tomaste?... Ay, no jodas. Hey, cabrones, ¡vengan a ver cómo se puso éste pendejo! Ja, jay.
─¡Shhh! Todavía me falta un verso.

sábado, 27 de febrero de 2016

Poesía: De la hoja a la flor

Autor: Gustavo Aguirre Garza





En la tranquilidad de la medianoche, noche de tormenta, de lluvia, llega la paz, paz infinita que se anhela, se siente y se vive en la caricia plena de la escritura que inventa, voy imaginando y todo va cambiando, al sentir la suavidad del teclado, sin un internet que distraiga la mente de la creatividad plena, plena es la palabra cuando juegas con ella e imaginas que es ella mujer, mujer que sueñas, mujer que adoras, dibujas plena, completamente bella, sensual, quizá casual, quizá elegante, qué se yo, ella es tu canto, luz, realidad, alegría y poesía, poesía que con caudal se desliza a través de su piel de rosa, de su suave piel, de su hermosa espalda, de sus delicadas manos, de su vientre inmaculado, vientre bendito que espera la llegada en el futuro del nuevo ser anhelado, que asegura la existencia humana, de ti, de mí, de nosotros, de todos los que cantamos en la tierra por un mundo mejor, lleno de amor, armonía y paz. Afuera el aroma de jazmines, azahares, nardos y rosas, perfuman la noche perfecta, escuchamos el sonido del agua que queda rodando despacio, del tejado al piso, la chispa de vida del agua, va también del árbol a la hoja y de la hoja a la flor, dándonos tranquilidad en el casi silencio, de nuevo llega la reflexión, el momento preciso para amar, junto mis manos y analizo, regreso y acaricio a las palabras de su suave piel, retomo el recorrido de la sensualidad de ella, que es tersura, es calidez; a su oídos llega un suave murmullo entre el canto del agua y mi voz en un te amo, rodeada del perfume de las flores, escucho un delicado suspiro que clama el derecho de un beso que se atreva a tocar el cielo, las estrellas y la misma luna bella, que levante con fuerza la marea del mar, del océano mismo, que llene el infinito con el misterio de amar su profundidad, sin saber si en lo profundo tocará en el cielo o en el éxtasis del placer infinito del amor que nos da la mujer junto con sus frutos, que son promesas de vida y con tiempo llegarán con la maravillosa fecundación. ¿Qué acaso una estrella no será la bendición de una nueva vida que viene en camino? Infinitamente es más grande la chispa de vida que hay en el óvulo fecundado que en la misma estrella… Bendiciones, que en el amanecer del nuevo día llegarán las nuevas vidas a tiempo, para hacer de este mundo un lugar perfecto para la armonía, la paz y el amor, a tiempo, siempre a su tiempo y con amor llegarán.

viernes, 26 de febrero de 2016

Poesía: Infinita

Por: Norma Barroso


INFINITA

Ella perdida está
en la inmensidad del universo;
gira, rueda, patea y se desvanece
Sus uñas en blancas paredes 
escriben verbos.

Podría uno bien extraviarse,
en la maraña de su café cabello;
gatea, camina, corre y desfallece
arranca sus plumas
justo antes de elevar el vuelo

Todos los colores 
su piel tiene, todas las texturas 
aprisiona, aprieta, ahorca y ahoga 
con sus firmes muslos 
cada una de mis dudas

Ella es lluvia
llueve todo el tiempo en primavera
Llueve de alegría y en invierno
Llueve por los ojos y los poros
Lluvia sagrada, lluvia serena

Sus suspiros viajan 
junto con los colibríes
su voz se pasea en laberintos
el aire sopla sus sonrisas,
sonrisas moribundas y febriles

La busqué
largo tiempo, dulce amante
en muchos labios, en muchos rostros,
pero en ninguno la encontré 
por eso tuve que inventarle.





Artista: Germán Laris


lunes, 22 de febrero de 2016

Literatura: El sacrificio de Quimos (cuento místico)

Por: Javier Vergara.


«Ese día se liberaron las pasiones más allá del amor, más allá del dolor y con el alma hecha pedazos...»
—Padilla.


En el cielo, un ángel percibió sobre el aire un perfume majestuoso y voló siguiendo sus dulces aromas hasta llegar a unos senderos misteriosos que no había pasado antes. Era el lugar donde los dioses, celosamente, encarcelaban a aquellas incontables mujeres creadas con la belleza de una musaengendradas por su propia imaginación. Era un mundo marginado que habían construido para dicho propósito.

Los dioses se presentaban antes ellas como seres únicos.
Les enseñaban del mejor arte, haciendo escultura de cada una; citaban poemas, tan dulces, que provocaban orgasmos al oído, haciéndoles pedir a gritos hacer el amor en ese enigmático momento de lujuria.

Las adornaban sobre sus blancos cuellos con las joyas y los metales más preciosos. Hacían grandes banquetes en su honor sobre largas mesas con bandejas de oro y platillos de lo más exquisito. Al terminar, platicaban insaciablemente, pues el sol y la luna, como los días y noches, no existían, por lo cual podían tomar todo el tiempo del universo para escucharlas. No tenían que dormir  y las beldades se maravillaban con cada nueva cosa que se les regalaba.

Tenían una única regla en aquel paraíso: no preguntar el motivo de su existencia, ni su procedencia.

Los dioses querían saciarse de lujuria, hacer de las mujeres un objeto narcisista. Ellas, al mismo tiempo, también lo concebían así; aceptando sus ideas y pensando con el credo impuesto.

viernes, 19 de febrero de 2016

Cuento: «Yo es otro»

Por: Karim Yaver

"The Singer Building, New York", ca. 1910, by Alvin Langdon Coburn

Era yo. ¡Claro que era yo! Allí mismo me había citado.
Cierto es que, aun hoy, lo que más me maravilló al verme de frente, fue eso precisamente: verme. Uno se ve frente al espejo, pero lo que en él ve no es a uno, lo que ve es a «otro». «Yo es otro», dijo un joven Rimbaud a punto de desordenar todos nuestros sentidos. Si bien esta afirmación alude a un significado en apariencia completamente distinto, podría aplicarse perfectamente en este caso, ya que cuando uno se ve frente al espejo, lo que ve no es a uno mismo, sino a otro. Vaya, cuánta redundancia. De cualquier forma, lo que yo vi ese día (en un paseo vespertino por el parque ―algo tan poco de mí―) no fue el mechón de mi cabello negro cayendo del lado izquierdo, y no del derecho; ni el tatuaje de mi brazo derecho de cabeza en el brazo izquierdo; ni mi pierna izquierda ligeramente más larga que la diestra, siendo que ésta excede el tamaño de aquélla. Todo eso que habría visto frente a un espejo. No. Lo que vi ese día en el parque fue a mí mismo. Lo que vi fue al yo que habría reproducido una fotografía ―aunque se puede ser consciente de que uno mismo no es «eso» plasmado en el papel, esa imagen distorsionada y deslumbrada por un flash, se suele caer en el engaño y proclamársele a esa sombra como «yo». Lo que vi frente a mí fue una sombra, y esa sombra era yo.

Artes Plásticas: Arquitectura Gótica - Una nueva sensibilidad en el arte de construir

Por: Daphy

Altar Mayor de la Catedral de Notre Dame (1163-1345)

El estilo gótico se desarrolla en Europa, sucediendo al románico desde la cuarta década del siglo XII hasta bien entrado el XVI. 
Capilla Superior de la Sainte Chapelle (1242-1248)
La denominación peyorativa "gótico", fue inventada por los eruditos del Renacimiento con sentido de desprecio a un arte que consideraban bárbaro (el "arte de los godos"), muy inferior en consideración al arte grecorromano; sin embargo, fue revalorizado y exaltado en el siglo XIX por los movimientos nacionalistas y románticos europeos, y en la actualidad se considera universalmente como uno de los momentos más brillantes desde el punto de vista artístico, del mundo occidental.

Lateral Oeste de la Catedral de Sta. María la Real de Pamplona (1394-1501)
Aunque el gótico sucede arquitectónicamente al románico del siglo XII, lo cierto es que ambas arquitecturas responden a principios inspiradores opuestos. Como sostiene el gran experto Otto von Simson, con el gótico se produce una de las más radicales rupturas estilísticas que ha conocido la arquitectura occidental. La razón de tal revolución arquitectónica es el cambio de la mentalidad medieval sobre el conocimiento y la verdad existente. Por consecuencia, una de las características del arte gótico será la verticalidad. La catedral gótica es de línea vertical, hecho que producía en el hombre una sensación inequívoca de equilibrio inestable. Las columnas de las catedrales se alargaron y subrayaron la verticalidad, desapareciendo así la horizontalidad relajada de los triforios y las divisiones horizontales de las fachadas que tenían las catedrales románicas.

Artes Plásticas: Klimt y un beso que sigue haciendo historia...

El Beso - Gustav Klimt (1907-1908)

Österreichische Galerie Belvedere de Viena
Uno de los cuadros más famosos del simbolismo es sin duda 'El Beso' (original en alemán: 'Der Kuss'), obra del pintor austríaco Gustav Klimt. Es un óleo ornamentado con laminillas de oro y estaño sobre lienzo de 180 x 180 centímetros, realizado entre 1907-08, y se encuentra expuesto en la Österreichische Galerie Belvedere de Viena. Con 'Der Kuss', que fue comprado por la Moderne Galerie en 1908, Klimt alcanzó el punto álgido de su fase dorada; y como era habitual, sus obras creaban escándalos y eran criticadas como pornografía y prueba de ser excesivamente pervertidas. Esto colocó a Klimt como un enfant terrible por sus opiniones y expresiones artísticas anti-autoritarias y anti-populistas sobre el arte. La Viena entonces perteneciente al Imperio Austro-Húngaro, escandalizada, veía con desdén una buena parte de sus lienzos.

jueves, 18 de febrero de 2016

Literatura: Reescribirse (cuento)

Autor: Henry Castellanos




Caminando por senderos luminosos y hermosos, me tope con la razón; ésta me decía que no siempre que se camine mucho, se llega a un lugar, quizá sólo te perdías. De repente escribiendo me encontraba. Una lata de cerveza y un cigarro me hacían compañía. Quise encontrarle similitud a estas dos situaciones, pero de inmediato me hallé junto a una mujer de belleza corriente y algo simple, pero de personalidad singular. Estaba sentado en el pasto con ella, mientras conversábamos de aquellas personas que suelen ser egoístas con todo y con todos por haber adquirido como prioridad cosas triviales y de daño personal.
Espabilé y estaba frente a una estatua de rasgos y facciones que se me hacían familiares. Al parecer era yo unos años más allá de donde estaba en este momento. Su placa decía: «gran idota nacional, para nada valorado y de vida confusa», -¿quién carajos le hace un monumento a alguien ignorado?-.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Poesía: La semilla

Por: Helena Zirot




¿Quién ordena a la semilla que germine?
¿Cómo retienes algo con las manos, si ni el calor que emanas te lo quedas?
¿Cuánto hay que esperar a que el sol asome entre la niebla?

Las mentiras son preciosas gemas que brillan furiosamente.
Pero no resisten nunca al martillo de la realidad.
Como yo no te resisto... como mi corazón no te resiste.
No quiero implorar al olmo que dé peras; la tierra no se detiene por que se lo pidas.
Y el dolor no se marcha por que se lo pidas, y tú no te quedas, aunque te lo pida.

Crece más aprisa.
Las gemas brillantes me atormentan.
No le muestres tu oro falso así a los pobres.
No juegues con el aire que respiro.
Ten con eso algo de más prudencia.
¿No lo entiendes?

Miro a mi semilla con la impaciencia de un pequeño niño.
La acuno junto a mi pecho, como me gustaría que me acunases tú.
No sé si podré aguantar la espera.
Crece, crece ya...
Crece más aprisa.
Y echa raíces, y llénalo todo de vida.
Aunque el olmo no dé peras, ni el sol adelante su salida.

lunes, 15 de febrero de 2016

Poesía: Soledad

Por: Jose Russell Gonzalez Garcia






Soledad,  
espacio de reencuentro y alejo,
vicio insostenible,
animal hermoso... 


Eres como una comodidad y una astilla en mano,
quitas y pones,
el carácter te hace reverencia... 


Soledad de soledades,  
si tu nombre proviene del sol,  
es porque algo iluminas a tu paso...

Literatura: Segundo aniversario (cuento)

Por: José Contreras






I


Erase una vez una familia que habitaba en las afueras de una ciudad, en un barrio obrero; la cual estaba compuesta por tres integrantes, de quienes uno era apenas un varón recién nacido. Los padres no podían estar más dichosos. Vaya hermoso presente por parte de la divina providencia para consagrar un matrimonio que acababa de ser forjado hace un año exactamente. Era una fría noche de Enero cuando nació el niño, nevó tanto, que algunas calles quedaron intransitables hasta la mañana siguiente que las barredoras municipales las despejaron.

El parto fue riesgoso, tanto para la madre como para su vástago. Los médicos estaban verdaderamente nerviosos ya que podían perder a ambos pacientes, sin embargo tenían la esperanza de al menos salvar a uno de ellos y así se lo hicieron saber al padre que aguardaba en la sala de espera; sin esperárselo, recibieron negativas por parte de él. No contaban con la fe de un hombre que se rehusaba a perder a cualquiera de los dos seres amados, y rezaba con fervor por ellos fuera de la sala de partos, ya que eran su razón de ser; tampoco tomaron en cuenta la fuerza de voluntad de su cónyuge; quien recostada en la cama de parto, con ambas piernas abiertas hasta donde su anatomía le permitía, sufrió un intenso dolor comparable al de los habitantes del anillo medio del séptimo círculo infernal en donde las harpías anidaban en sus entrañas; y casi apunto de abandonar este mundo terrenal para unirse al celestial; parió a un varón gordo, de mejillas rosadas y buena estatura.

sábado, 13 de febrero de 2016

Poesía: A oscuras, así te hallo.

Por: Henry Castellanos




Es impresionante y aun más enigmático a oscuras. Unas pocas luces lo adornan a lo lejos. Pienso que podría ser como ciertas personas que llegan queriendo ahondar en nuestras vidas y son ellas tan infinitas para nosotros, que es una misión muy difícil el conocerlas a profundidad. Justo así es el mar cuando el sol se ha ocultado y da paso al lobo de plata que desde el cielo se nos presenta para darnos una compañía a los solitarios. Se nos hace imposible mirar el limite que nos muestra bajo la luz. 

Entonces me concentro en las huellas de la playa y pienso en que éstas podrían ser las memorias de personas que a su vida llegaron, marcándolas, a pesar de que las brisas traten de llevárselas, sólo la playa sabe quién y cuándo unos pies se posaron sobre ella. Soy tan diminuto sentado en ella, creyendo que lo sé todo al sólo observarla, pero la verdad irrefutable es que apenas puedo confiar en lo que mis ojos y demás sentidos pueden percibir. 

La unión del mar y la playa es justamente como aquellas personas, aunque por mi cabeza sólo pase una. Jamás me sentí tan solo ante tanta inmensidad. Jamás me sentí tan frustrado como en los días que trato de conocer ese mar a oscuras, por medio de sus playas. Eres lo inmenso en tan solo un compendio de carnes y huesos, con tantas huellas sobre sí misma, que me anonada cuando intento leerlas. 

Solo, así como me siento en esta menuda arena que no sé lo que guarda y que mantiene un amorío raro con las aguas saladas aunque nadie se detenga a meditar sobre ellas, nadie distinto a mi. Y las únicas señales que recojo son los sonidos que se producen por la unión de algo que apenas logro conocer.
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Poesía: Poema 1

Por: Norma Barroso


(1)

Acaricias tiernamente los recuerdos 
las expectativas diluidas en azufre hirviente
hipnotizado por el palpitar de la basílica derecha 
la somnolencia aliada tuya te abandona 
...afuera el cielo llueve

Telas danzantes acarician el concreto 

con un sorbo de café ahogas todo indicio de locura 
Teniendo tantas vidas por delante y en ninguna colmado 
dejas la alboroza para otro tiempo 
Anulas con bocanadas de fosgeno, 
pizcas rojas de deseos que colorean las mejillas 
¡Te zombificarías, si no fuera por la costumbre de suspirar al viento! 
y tarareas la canción que aún no disciernes 
palabras podridas para alimentar el ego 
No hará falta ser sincero, con careta de mendigo el cielo está asegurado 
evadiendo ágil, latigazos de luz solar 
Simplemente deberás continuar paralizado 
...y afuera, el cielo llueve.


Relato: Cómo vencer al cáncer o vivir en el intento

Por: Carlos Zúñiga



Si estás leyendo esto, probablemente tienes cáncer, o alguien cercano a ti, lo tiene.
La pregunta que a todos nos circula por la cabeza es, “¿podré vencerlo?”; ciertamente yo no puedo responder eso, ya que cada organismo es diferente y hay un sinfín de factores que nos darán el resultado final. Existen casos de personas terminales que se han “salvado” o extendido por mucho su tiempo de vida, así como otros con muy buen pronóstico, que no obtienen muy buenos resultados.
Lo que sí puedo hacer por ustedes y que intento compartir en este texto, es todo aquello que me brindó un beneficio a lo largo de mi lucha. Trataré de administrarlo en las categorías “Cuerpo” y “Mente”.

-Mente-
Esta es, sin duda, la parte más importante de nuestro organismo, es la que define lo que somos, la que nos permite percibir todo, nos da nuestra personalidad.
     Miedo
El miedo se define como “sensación de angustia por la presencia de un peligro real o imaginario”. Creo que este, es uno de nuestros principales enemigos a enfrentar; pero una vez que logras encararlo y aceptarlo, es un combustible que puedes utilizar para lograr tus metas. Si bien nuestro “peligro” es real, al mismo tiempo no lo es, ya que morir siempre ha sido un “peligro”; simplemente que decidimos ignorarlo. Por eso yo les aconsejo: dejen que ese miedo los mueva, no se autocompadezcan y se sienten a llorar todo el día, pues incluso al borde de la muerte hay mucho por hacer y disfrutar.
     Actitud positiva
Todos vamos a morir, esto es un hecho. Al presentarse una enfermedad como el cáncer, básicamente todos recibimos una bofetada, todo parece perdido, las metas de la vida se alejan, prácticamente todo se derrumba.
¿Qué hacer entonces?
A) Hacerte bolita y llorar.
B) Aceptarlo y darle un giro a tu vida.
Si bien se ha demostrado que la tasa de supervivencia del cáncer no está relacionada con una actitud positiva, hay muchos otros beneficios que esta actitud nos puede brindar; incluso de cierta manera nos puede ayudar a “disfrutar” nuestra etapa. No quiero que se malinterprete la actitud positiva con estar siempre feliz o sonriendo, todos necesitan llorar y desahogarse durante este proceso; a lo que me refiero es que lo tomemos de la mejor manera posible.

viernes, 12 de febrero de 2016

Poesía: Náufrago narcisista

Por: Javier Vergara





Sobre la gran extensa montaña
a la orilla, surcaban las grandes olas.
Y más allá, donde el mar es muy calmado,
donde se crean sus espejos… algo singular pasaba;
Ese reflejo no coincidía con mi imagen
Y quedé gélido como la roca al mirar otra cara
Otro cuerpo, otra alma.


Pasaron días y noches enteras
con esperanza de juzgar mi propio yo.

La luz del sol proyectaba a esos seres desconocidos
Y grité al cielo: ¡Ya basta! ¡Detente!
¡Mi reflejo se ha ido! ¡Mi pathos se ha consumado!

Yo deseaba iluminación inmediata
Valles de lágrimas anticiparon a mi rostro
Y cuando más creía haber sido apagado;
Como la tierra aparta la luz por un instante
Por sus preciosos eclipses lunares;
Aquél reflejo brilló con imágenes de una multitud diciendo:
¡Yo soy tú!

Y una gloria se postró en mi ser
La respuesta estaba comprendida,
Mi mundo  era sólo una parte de otros;
Y me lancé hacia al fondo del mar,
Para reunirme con ellos
Ahogándome en la eternidad.



miércoles, 10 de febrero de 2016

Literatura: Una visita inesperada (cuento)

Por: J. A. Méndez-Conde


El escritor se sentó frente a la computadora, leyó el final que había escrito el día anterior, e hizo lo mismo que en los últimos meses: lo borró. Las palabras correctas no tocan así nada más a la puerta. Hay que llamarlas, invitarlas a que… ¡Ring, Ring! El timbre de la entrada lo interrumpió, pero no se movió de la silla. Quien estuviera detrás de la puerta ya se largaría. Bebió un trago del vaso de agua que tenía a mano y lo colocó sobre una de las manchas redondas en la madera del escritorio. Los relatos son círculos, pensó con la vista en las manchas. ¿O serán esferas? Ser una esfera o un círculo no es lo mismo, un círculo es una superficie plana y… ¡Riing, Riing, Riing! Quiso acercarse a ver quién era pero el suelo del pasillo crujía y se darían cuenta de que estaba en casa. Bebió otro sorbo, vació el resto del agua en la maceta del ficus y se imaginó fluyendo en un manantial (¿mejor desembocadura?) de palabr… ¡Riiing, Riiing, Riiiiiiiiiiiing! Entonces se levantó de la silla, la empujó hacia atrás y corrió hasta la puerta. El malnacido, el Testigo de Jehová o el presidente del edificio, fuera quien fuera, se iba a tragar toda la retahíla sobre el respeto al derecho ajeno que, etcétera, etcétera, había preparado mentalmente en el trayecto. Quitó los tres cerrojos que tenía puestos y abrió la puerta de un jalón. En la entrada había a una niña como sacada del mismo averno, o de un concierto de Kiss, que lo miró con las cejas arqueadas mientras le pasaba el escáner de arriba a abajo.

Llevo hoooras esperando que me abras (cejas arqueadas). Mi mamá dice que no se puede abrir la puerta así nomás sin preguntar quién es. Es peligroso, ¿sabes?

Eeeh, hola, dijo el escritor. A ver, niña vagabunda, ¿no sabes que no se puede…?

Oyeee, tú, alto ahí (mano hacia adelante). No soy ninguna vagabunda. Vivo en el quinto. Y hoy es Halloween, ¿dulce o travesura?

martes, 9 de febrero de 2016

Poesía: Petite Sylvia

Por: Naz Z


Después de tres años, quedó sólo el eco de la ninfa.
Irremediable, cual niña malcriada.
¡Cuánto la adoré!
Aun sabiendo que ella nunca me amó.

Guardé el más vago recuerdo de cuando ella todavía sonreía.
Guardé esa sonrisa carmesí que derretía a cualquiera que la mirase.

Las cucharas sucias, los encendedores en la sucia alfombra, yo en esa habitación, el fruto en su vientre, concebido en alguna oleada de euforia y ebriedad, toda ésta tragicomedia era un error.

Grácil como un animalillo indefenso, se acercó, extendió sus brazos lívidos y una mueca se gestó en su boca seca.

"No me toques… moriría si me tocas", exclamé como absurda defensa.

"El auto que bien recuerdas, está a 25 pasos de aquí; dime si quieres dar esos pasos e ir conmigo", pregunté.

Sin sutileza respondió: "No".

Yo sabía que moriría sola.
Aun así… me fui.

Las luces neón alumbraban el camino, mi sombra se deformaba en el suelo.
Sabía que ella me miraba desde la ventana, soñando despierta con que tú, yo, u otro… la sacaríamos de ese agujero.
Pero ya no cree en cuentos de hadas, y sabe que cuando la puerta se abra de nuevo, podrá tener el próximo "chute".

Los opiáceos se usan para aliviar el dolor, ella aseguraba tener el dolor encarnado y escarbó para encontrarlo.

Murió de sobredosis, con el vientre y las muñecas abiertas.

Poesía: ¿Sabes?

Por: Helena Zirot




¿Sabes?
Me gustas mucho.

Te me antojas como una hermosa casa con muchas ventanas y puertas y pasadizos...
Y quisiera correr por tus pasillos y abrir los pasajes de tu historia y recorrer tus habitaciones secretas...
Pero me contengo.
Porque eso no es educado.
Y me conformó con mirar de reojo las fotos y los cuadros colgados de tus blancas paredes...
Y pienso: "Qué bonito es".
"Qué bonito es todo esto".
Y me gustaría también traer mi equipaje y desempacar.
No me lo tomes a mal... no soy una oportunista ni mucho menos. Tampoco es que no tenga a dónde ir.
Pero es que eres tan acogedor que dan ganas de quedarse de fijo.
Y me contengo.
Porque quedarse sin ser invitado tampoco es educado.

Y me conformo con mirar los rayos de sol entrar por tus ventanas...

Y, ¿sabes?
Me gustas.
Me gustas mucho.