Por: Jonatan Gamboa Esteva
Director: Woody Allen
Género: Comedia/Drama
País: E.U.A/España
Año: 2011
Reparto: Owen Wilson, Rachel McAdams, Marion Cotillard, Michael Sheen, Tom Hiddleston, Alison Pill, Kathy Bates, Adrien Brody, Carla Bruni, Léa Seydoux
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"Aunque me fuercen yo nunca voy a decir
que todo tiempo por pasado fue mejor,
mañana es mejor"
Luis Alberto Spinetta
En todas las expresiones artísticas es común el uso que se da de las metáforas como forma de recurrir a una imagen que pueda dar sentido y ejemplificar una idea de manera figurada. Una de las más conocidas y recurridas es la de la existencia de mundos alternos, dicotomías o dualidades, ya sea en las que habitamos o que nos habitan en el interior.
Día-Noche, Amor-Odio, Cielo-Infierno, Realidad-Fantasía, etc. Estos son sólo un par de ejemplos que nos permiten pensar, imaginar y fantasear con esta posibilidad; por lo que los artistas no dudan en retratar en sus obras, sea cual sea su arte, este sueño recurrente en la mayoría de los sujetos humanos.
Sin embargo, poder apreciar estas peculiaridades y dotarlas de un sentido más complejo que lo simple metafórico es una habilidad impactante y sorprendente. Y creo yo que ahí reside el asombro con el cual el genio de Woody Allen nos transporta a un mundo viejo y nuevo, conocido pero novedoso.
Medianoche en París plantea su trama a partir de las dualidades, pero hay una en particular que merece nuestra atención de manera más clara. Curiosamente no es el juego entre pasado y presente, sino uno más sencillo, que nuestro protagonista Gil Pender (Owen Wilson) tendrá que descubrir junto a nosotros.